

de gran éxito que originaron nuevas tendencias, que
en algunos casos extraordinarios se han convertido
en obras de envergadura mediática.
Qué han leído y qué leen
Lejos de querer ofrecer un panorama exhaustivo de
escritores y obras dirigidas a grandes lectores, pode-
mos establecer, a grandes rasgos, que la muestra de
libros para niños y jóvenes en Latinoamérica es rica
en voces e imágenes. Las décadas finales del siglo
XX albergaron la originalidad de las creaciones de
Lygia Bojunga Nunes, Ana Maria Machado (ambas
ganadoras del Premio
Hans Christian Andersen
por su trayectoria), Ma-
rina Colasanti, Graciela
Montes, Ema Wolf, Javier
Villafañe, Jairo Aníbal
Niño, Triunfo Arcinie-
gas, Gloria Cecilia Díaz,
Francisco Hinojosa, Ivar
Da Coll y Armando José
Sequera, sólo por men-
cionar algunos exponen-
tes. Sus obras, cercanas
a los grandes lectores,
se han destacado por la
sensualidad de su len-
guaje, el simbolismo que
lo acerca a sus orígenes
folklóricos y su dinamis-
mo y versatilidad.
Existe una tendencia
clara hacia la narrativa
como medio de expresión o comunicación con los
lectores de este grupo etario. Ya sea que estemos re-
firiéndonos a obras de origen popular o creaciones
de autor, la narrativa representada por los cuentos,
novelas cortas, leyendas, etc., se ha convertido en
el medio favorito para transmitir historias realistas,
humorísticas, aventuras, relatos sobre viajes o, por
qué no, temas como la muerte y el desarraigo. Vale
la pena recordar obras como
Mi amigo el pintor
de
Lygia Bojunga Nunes,
María de los dinosaurios
de
Yolanda Reyes,
Sucedió en colores
de Liliana Bodoc
o
El imperio de las cinco lunas
de Celso Román.
Los lectores en marcha comienzan su travesía li-
teraria desde las manifestaciones más básicas de los
géneros escogidos: narraciones breves menos exi-
gentes que respondan puntualmente a alguna inquie-
tud. Podríamos decir que se preparan para una fase
de transición determinante en su vida. Estas creacio-
nes transitan entre la ingenuidad de la infancia y la
complejidad de la juventud y madurez. Una muestra
de esta propensión estaría representada por historias
como
Fábula de la mazorca
de Armando José Seque-
ra, una narración ágil con la que los lectores apren-
derán a no creer en todo lo que escuchan;
El terror de
sexto B
de Yolanda Reyes, cuentos sobre situaciones
en la escuela;
La ballena varada
de Oscar Collazos,
una novela corta, profunda en su visión del mundo y
la perseverancia de ideales nobles.
Ahora bien, este
trazado literario no po-
dría estar completo sin
mencionar los libros de
información, fuente de
conocimiento, entrete-
nimiento y experiencias
vitales. Los libros de in-
formación, en todas sus
variantes, hacen posible
la satisfacción de im-
pulsos originados por la
curiosidad y el deseo de
explorar y experimentar
situaciones reales. Los
grandes lectores recu-
rren a estos materiales,
pues les permiten apli-
car métodos de investi-
gación, observación y
experimentación. Pero,
a la vez, les abren las puertas a una experiencia
“eferente”
2
; una experiencia en la que el lector tiene
la posibilidad de escoger el tipo de lectura que quie-
re ejercer, bien sea estética u objetiva. Este tipo de
lectura propicia la negociación y el cuestionamiento
del texto, la realidad y las experiencias.
Colecciones como las de Libros de El Nacional
y Cyls Editores, Tecolote y Colihue son un ejemplo
del alcance que tienen estos libros para grandes lec-
tores. Los Libros de El Nacional ofrecen biografías
de personajes como Gandhi, Sigmund Freud, Ma-
2
Término acuñado por Louise Rosenblatt que se refiere a la ac-
ción de seleccionar y abstraer analíticamente información, ideas
o instrucciones para la acción que perdurará una vez concluida
la lectura.
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2007 • NÚMERO 2 • VOLUMEN IV
•
BARATARIA