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historias y nuevos tipos de relatos. Son precisamente

los lectores en marcha quienes, al mejor estilo de

un detective o investigador, exploran y descubren

en las viejas palabras nuevas maneras de reinventar

el mundo. Algunos ya pueden autocalificarse como

conocedores de ciertas lecturas, unas de orden cien-

tífico, otras relacionadas con los deportes o la moda;

mientras que algunos otros apenas han cruzado el

umbral que los llevará a deleitarse con una narra-

ción de amor, suspenso o fantasía.

Aidan Chambers, editor e investigador inglés,

explica que se requieren libros que ayuden al niño

lector a “negociar” significados, a desarrollar la ca-

pacidad de recibir un texto como lo hace un lector

de literatura

1

. En este orden de ideas, el legado lite-

rario presente en nuestras latitudes, desde nuestros

ancestros indígenas quienes con sus mitos han ex-

plicado el origen de las cosas, hasta los más ilustres

escritores cuya obra constituye una mina de infinita

riqueza, ha sentado las bases del desarrollo literario

en la región. El tiempo y los creadores han promo-

vido la evolución de la literatura infantil en el conti-

nente, a la vez que los lectores han desarrollado sus

destrezas y exigen, en la actualidad, que la lectura

sea una experiencia estética lejana a los viejos pre-

juicios literarios.

Ofrecerles a los niños libros que valgan la pena

ha sido núcleo del gran esfuerzo que han hecho

creadores, investigadores y editores. Los inaugurales

libros adoctrinantes del siglo XVIII y XIX dieron paso

a una literatura innovadora formadora de lectores

autónomos en el siglo XX. Hoy en día nos enfrenta-

mos a la experimentación, a la polivalencia y a los

libros que posibilitan la lectura con los cinco senti-

dos, como lo propone el investigador español Víctor

Moreno. Es así como los clásicos dieron paso a obras

1

Chambers, Aidan: “El lector en el libro”. En:

Un encuentro con

la crítica y los libros

. Banco del Libro. 2001. pp.97.

Establecer competencias lectoras para este ran-

go ha suscitado numerosos modelos y nomenclatu-

ras —

grandes lectores

,

lectores en marcha

o

los que

leen solos

— que concuerdan, en el fondo, con las

cualidades de este público y con sus preferencias

lectoras. Más allá de la discusión acerca de la arbi-

trariedad de estos rótulos, estos modelos de lectura

confirman que los niños y niñas entre los nueve y

once años se dejan envolver por la lectura, son per-

severantes, curiosos y han alcanzado una autonomía

en lo que respecta a sus destrezas físicas y psico-

lógicas. En estas edades se expanden los intereses

y se busca la experimentación y comprobación de

hipótesis; manifiestan un gusto pronunciado por la

acción, la expresión artística y por hacer grupos de

amigos; también juegan siguiendo las reglas y com-

pitiendo. Por consiguiente, será recomendable ofre-

cerles los siguientes materiales de lectura:

Libros álbum con abundantes textos

Fábulas, leyendas, cuentos tradicionales

Novelas de capítulos breves

Libros de información con un tratamiento más

profundo a nivel temático

Libros de actividades o que instruyen (manua-

lidades y experimentos)

Tiras cómicas con humor y acción

Poesía tradicional o de autor

Obras de teatro.

El deleite provocado por un libro adecuadamen-

te seleccionado para este grupo de edades se intensi-

fica gracias a que su lectura agudiza los sentidos y se

toma consciencia de todo lo que les rodea. Sean tex-

tos, imágenes o evocaciones, la lectura se convierte

en un proceso afectivo y constructivo en el que con-

vergen el placer y el descubrimiento. Por eso, no hay

un solo lugar para leer porque se lee el mundo. Se

lee en soledad, en silencio o acompañado y en voz

alta, para lograr de esta manera que sea un ejercicio

participativo y una expresión de libertad.

Por otro lado, la variedad discursiva permite que

el lector entre en contacto con todo tipo de géneros

literarios. A medida que se va perfeccionando la des-

treza lectora, se intensifica la búsqueda de nuevas

Conocer y divulgar la gran variedad

de obras será la clave para enriquecer

la cultura literaria de estos ávidos

lectores.

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BARATARIA

VOLUMEN IV • NÚMERO 2 • 2007