

Así como a los primeros lectores
se les debe ofrecer libros que
les permitan divertirse y sentirse a
gusto por encontrarse con lo conocido,
también se les debe ofrecer libros
que les ayuden a elaborar miedos
y ansiedades propias de la edad y que
permitan discutir temas difíciles.
la seguridad del hogar y el temor a quedarse solo
sin la protección de la familia.
Los primeros lectores también pueden encon-
trar respuestas a preguntas difíciles en la literatura.
Libros como
Memorias de una abuela apostadora
(Ekaré, 2000) o
¿Cómo es posible??! La historia de
Elvis
(Lóguez, 2006) de Peter Schössow pueden ayu-
dar a explicar qué es la muerte y cómo se vive la
pérdida, el duelo. En ellos los lectores sí encuen-
tran salida a estas situaciones difíciles. Las historias
enmarcadas en la materialidad del libro ofrecen
continente a contenidos que, cuando están sueltos,
pueden ser profundamente perturbadores para los
niños.
Licencia para ver y estar acompañados
Para cerrar, volvamos a esa idea medieval de que
las personas entre los 7 y los 14 años deben ejer-
citar sus pupilas si quieren aprender. En la
pueritia
el pupilo debe estar expuesto a libros de toda cla-
se. En la transición de hacerse un buen lector, la
imagen ha de estar presente, pues siempre puede
agregar algo a la palabra escrita. Así como nos he-
mos paseado por una variedad de temas y géneros
que pueden ser estimulantes para los niños de estas
edades, es necesario recordar que esa misma rique-
za debe estar en los formatos de los libros. Un libro
que sólo tiene imágenes no viene mal si enseña a
ver mejor, como sucede con libros como
¡Zoom…
en el arte! Otra forma de mirar el arte
(Serres, 2002)
o si amplia nuestra percepción del mundo y/o de
la ficción, como pasa con el famoso libro de
Los
misterios del señor Burdick
(FCE, 1996) de Chris
Van Allsburg o
Zoom
(FCE, 1999) de Istvan Banyai.
Hay que permitirles a los primeros lectores ver, ver
mucho. De eso se trata.
8