

grandes verdades. Es un poco más cómo-
do hablar desde la voz de un insecto o po-
ner a pelear al piojo con un enemigo ma-
yor, como metáfora del débil que se revela
contra el más fuerte. ¿Cree usted que los li-
bros infantiles, considerados erróneamente
más neutrales, tienen una carga ideológica?
GR: Irremediablemente. Para bien o para mal. No
se pueden decir dos palabras sin que estén carga-
das de ideología. Todos los que apuntan en contra
de las ideologías progresistas –y apenas digo pro-
gresistas– defienden, sosteniendo que allí no hay
ideologías, las ideas más retrógradas o más tontas. Y
todas las ideas tontas, toda la supuesta cosa inocen-
te que se les da a los niños es profundamente reac-
cionaria, y trabaja para que este mundo tan injusto
siga siendo siempre exactamente igual. O tal vez,
en el mejor de los casos, como diría Lampedusa en
la novela
El Gatopardo
, hay que cambiar para que
todo siga igual. Pero no son sólo los militares los
malos de la película. Esta es una sociedad donde
los militares nunca estuvieron solos. Los problemas
de censuras, de prohibiciones, de miedos también
pasaron siempre en épocas de democracia. Claro
que sin tanta violencia y tantas muertes.
FD: ¿Qué representa
Dragón
en su estilo?
Pareciera ser una autobiografía; es como
una revelación de quien escribe, si se lee
entre líneas. ¿Qué hay de Gustavo Rol-
dán en esa construcción del personaje?
GR: Seguramente hay mucho de Gustavo Roldán,
como hay mucho en las
Historias del piojo
o en
cualquier aventura de una pulga. Creo que siempre
estamos escribiendo sobre los mismos conflictos,
con piojos o dragones, que nos dan vuelta por den-
tro. Es decir, escribimos sobre lo que somos, sobre
los problemas que nos invaden, aunque parezcan
cosas distintas la enormidad de un dragón o la in-
mensa pequeñez de un piojo. Pero los piojos o las
pulgas son los que van a cambiar el mundo, porque
ven las injusticias. Ellos van a hacer la revolución,
lo que no quita que también algún dragón les dé
una mano.
FD: Hay muchas personas que quieren es-
cribir para niños en estos momentos. Pare-
ciera ser una apuesta interesante, si se hace
con honestidad y sin prejuicios. Desde su
experiencia, ¿qué es lo más difícil de lo-
grar para consolidar un estilo que enganche
a los lectores? ¿Qué recomendaría a quien
se inicia en la escritura de libros para niños?
GR: Que no escriba para niños. Que escriba para
personas. Para personas inteligentes que, aunque
no puedan explicar las cosas, pueden recibirlas por
donde se recibe la música, por donde se recibe el
arte: por la piel, por los poros, por los ojos, por los
oídos, y también por la razón. Que apueste a lo
más difícil y que no tenga miedo de equivocarse. Y
si se equivoca –siempre nos equivocamos–, que se
equivoque para arriba.
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