Table of Contents Table of Contents
Previous Page  7 / 28 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 7 / 28 Next Page
Page Background

Es importante hacerles llegar libros

que los hagan entrar en contacto

con sus emociones.

niños de estas edades las situaciones cotidianas se

tornan repentinamente fantásticas o aparecen inex-

plicablemente elementos propios del absurdo, tal

como sucede en

Perdido entre los brujos

de Ag-

nès Bertron y

Una bruja en mi morral

de Laurence

Kleinberger, ambos cuentos reunidos en uno de los

títulos de serie Naranja de la colección Torre de Pa-

pel de Norma (2004). Es frecuente esta mezcla de

personajes y situaciones propias de los libros de es-

pantos y terror con elementos que los hacen risibles

y ridículos, tal como sucede en un libro como

Boní-

cula

(FCE, 1992), donde un conejo-vampiro expri-

me hasta la última gota de vida de los vegetales de

una casa, dejándolos más pálidos que las doncellas

víctimas del legendario Drácula.

A medida que los niños van desarrollando su

pensamiento lógico, también van desarrollando su

sentido del humor, que cada vez se vuelve más so-

fisticado. Ambos aspectos están íntimamente liga-

dos. Después de todo, el humor no es otra cosa que

un juego intelectual donde la realidad es trastocada

para darle un nuevo sentido a lo que nos rodea.

Como el humor implica necesariamente el que-

brantamiento de una ley o de un saber, y en esta

etapa los niños han desarrollado en buena medida

su sentido común, ellos son capaces de reconocer

cuando algo ha sido trastocado, cuando algo ines-

perado irrumpe; de reconocer incongruencias, lo

ridículo, lo absurdo y aquello que carece de sen-

tido (Dautant, 2007). Además del placer que con-

lleva en sí mismo un buen chiste o guiño, hay un

placer adicional que tiene su origen en el saber, en

el hecho de poder reconocer que la lógica y el sen-

tido común hayan sido transgredidos; que las cosas

estén al revés.

Más allá de la recomendación evidente de los

libros que recopilan chistes y adivinanzas, es im-

portante que los niños tengan acceso a libros don-

de todos estos juegos intelectuales vinculados al

humor puedan ser explorados. La recomendación

inmediata es un viaje al pasado a la era victoriana a

visitar los libros de Carroll y Lear, los cuales no pa-

recen perder vigencia. Nada mejor que el

nonsense

para ayudar a los pequeños lectores a desarrollar su

sentido del humor y para conducirlos a descubrir la

relatividad de las cosas, que los adultos no siempre

tienen la razón y que la palabra es una fuente de

poder.

Otro viaje en el tiempo obligado son los libros

de la serie de tres niños que viajan en el tiempo, es-

critos e ilustrados respectivamente por el dúo diná-

mico neoyorquino de Jon Scieszka y Lane Smith. El

simple hecho de viajar en el tiempo es un desafío a

la lógica, aunque esté amparado en la metáfora de

que los libros nos hacen viajar a sitios inesperados

y conocer personas a las que de otra forma nunca

podríamos acceder. Editorial Norma ha traducido

esta serie donde unos niños —Pacho, Beto y Ser-

gio— viajan a través del tiempo por medio de un li-

bro mágico. El trío se encuentra constantemente en

medio de situaciones disparatadas que combinan

con maestría el humor con el suspenso. Las viñetas

de Smith acentúan la comicidad propia del texto y

son un excelente descanso visual para el lector que

acompaña a los chicos en sus aventuras. Algunos

de los títulos de esta serie son:

Los caballeros de

la mesa de la cocina

(1996),

Tut Tut

(1999),

2095

(2000) y

¡Ay, samuray!

(2002).

5