

parte del conocimiento entra por los ojos. Y aunque
cada niño es diferente y cada uno desarrolla sus
destrezas a distinto ritmo, lo común (dado también
por la escolaridad) es que a partir de los 6 o 7 años
los niños empiecen a leer por su cuenta; a aprender
usando su sentido de la vista.
Según psicólogos como Piaget y Bruner, estudio-
sos del desarrollo cognitivo, la etapa comprendida
entre los 6 y los 9 años constituye un hito en el de-
sarrollo intelectual del niño, pues en ese momento
se inicia el entendimiento de los símbolos en re-
lación con los objetos concretos y el pensamiento
imaginativo. Durante estos años, los niños comien-
zan a desarrollar la lógica inductiva, la cual les per-
mite comprender lo que les rodea, yendo desde lo
específico hasta lo general. También durante este
período logran comprender la reversibilidad de los
argumentos o explicaciones; son capaces de clasi-
ficar y seleccionar la información atendiendo a lo
relevante y dejando al margen aquello que no lo es.
En estos tres años, los niños desarrollan sus compe-
tencias con la lengua escrita y, por ello, amplían su
léxico, hacen más compleja su sintaxis y se abren
a nuevos lenguajes. Poco a poco comienzan a fa-
miliarizarse con las reglas ortográficas, a entender
el aglutinamiento, las disgregaciones y omisiones.
No es casual, pues, que se denomine a los niños en
esta etapa como primeros lectores y a la literatura
que consumen como primeras lecturas.
Algunas sugerencias
para la transición de los pupilos
Los adultos que acompañan a los niños en esta
etapa significativa de su desarrollo suelen pensar
que es hora de que estos entren en contacto con
los valores sociales y éticos dominantes, en tanto
que vayan formalizando su adquisición de la len-
gua escrita. Padres y maestros tienden a preguntarse
qué será apropiado para estos nuevos lectores; qué
contenidos ofrecen al niño “enseñanzas importan-
tes para la vida” y qué será más didáctico. En medio
de esta reflexión, aparece ante los mediadores la
dicotomía latente en la literatura infantil: el carácter
formador de los libros
versus
su cualidad de objeto
para el entretenimiento. Muchos tienden a privile-
giar un aspecto sobre otro cuando, en realidad, no
hace falta elegir la mayor parte de las veces. Una
buena selección de libros para niños de esta edad
debe ofrecerles herramientas para su socialización
sin perder de vista el carácter placentero de la lec-
tura: de este primer flechazo con los libros depende
el futuro enamoramiento con la literatura. También
depende de estas primeras lecturas que el lector en-
tienda que tanto la lectura como la escritura son
procesos en construcción en los que hay que ejer-
citarse para convertirse en mejores lectores y escri-
tores.
Leer de manera autónoma es un reto significa-
tivo para quienes han disfrutado de la lectura des-
de el cálido regazo de un adulto. Aquellos que los
acompañamos en esta nueva etapa de su vida —sea
en casa, la escuela o la biblioteca— debemos tener
esto en cuenta a la hora de ayudarlos a seleccio-
nar aquello que leerán. Es importante no frustrarlos
mientras se entrenan para leer textos recreativos (es-
téticos) e informativos (eferentes)
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.
En esta etapa de transición que atraviesan los
niños entre los 6 y 9 años es importante escoger
libros que realmente los motiven a dar ese salto de
sólo disfrutar de la palabra oral para también dis-
frutar de la palabra escrita. Esto no quiere decir que
deba abandonarse la lectura en voz alta o que ya
no se pueda disfrutar de escuchar una emocionante
narración; estas situaciones de lectura compartida
siguen siendo importantes para la formación del
lector. De hecho, compartir con los niños historias
que provengan de la tradición oral es muy reco-
mendable. Existe una gran oferta de recopilaciones
o versiones ilustradas de los cuentos de hadas de
los que cualquier mediador puede echar mano.
Los libros aburridos o inaccesibles pueden llegar
a ser letales. Es bueno cuidar los primeros acerca-
mientos de los niños a la literatura escrita para que
Una buena selección de libros para
niños de esta edad debe ofrecerles
herramientas para su socialización sin
perder de vista el carácter placentero
de la lectura: de este primer flechazo
con los libros depende el futuro
enamoramiento con la literatura.
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Esta tarea se torna difícil cuando revisamos la oferta de un mercado
editorial que, a primera vista, parece ofrecer mucho más libros para ni-
ños menores. Sin embargo, aunque pareciera que los libros álbum mo-
nopolizan el interés de editores y creadores por su potencial artístico,
es preciso saber que muchas editoriales –entre ellas sellos importan-
tes como Norma, Fondo de Cultura Económica, Alfaguara y Ediciones
SM– se han dedicado a desarrollar colecciones para estas edades.
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