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“intimidad”, de modo que los lectores se hallen en
confianza para dar su punto de vista, y sientan que
sus intervenciones son importantes y colaboran en
la construcción colectiva de significados. Para ello
es fundamental la disposición a realizar una escucha
verdadera, además de intentar que el trabajo de
interpretación parta de sus intereses y hallazgos, de
las hipótesis elaboradas o de las dudas que los asaltan
en la lectura.
Otra evidencia que surge de la investigación es el po-
tencial de las preguntas abiertas (
¿Qué piensas de
eso?, ¿Cómo sabes esto otro?
), cuyas respuestas
no acaban en sí o no, sino que obligan a los niños
a explicar las hipótesis que van construyendo en el
proceso de lectura. En este sentido, resulta conve-
niente abrir un espacio de diálogo entre ellos más allá
del formato
pregunta-respuesta
–donde la pregunta
siempre la hace el maestro y son los alumnos quienes
dan la respuesta–, para que ellos se sientan con dere-
cho a plantear preguntas o dudas surgidas del trabajo
de lectura.
Se trata de propiciar conversaciones que inviten a los
niños a pensar en voz alta, a adoptar posturas y a
defenderlas, tomando o volviendo al texto como refe-
rente principal. Se trata, en definitiva, de ir aprendien-
do a construir entre todos los sentidos textuales, a
entender que las ideas a veces surgen en el proceso
mismo de la discusión y que la intervención de uno
puede iluminar la comprensión de otro para elaborar,
así, una interpretación compartida.
Construcción personal y social
Como hemos visto, la literatura constituye una com-
pañera indispensable en el aprendizaje de la empatía.
Pero también nos enseña a valorar la riqueza de la
diferencia. Indagar en otras subjetividades nos ayuda
a comprender y a respetar las razones de los demás
y nos permite asimismo poner en jaque nuestros
argumentos, nuestra perspectiva, lo cual conduce a
ampliar la propia mirada, a profundizar sobre lo que
pensamos y creemos y sobre las razones históricas y
culturales de ello. Como docentes, resulta fundamental
ayudar a los estudiantes a tomar conciencia de este
hecho y a practicar la lectura y la escucha de otras
voces.
Pero hemos de potenciar también la argumentación
y la expresión personal, a fin de que los niños puedan
ir construyendo su propia voz y aprendan a reconocer
su particularidad y a valorar su aporte en el concierto
de una sociedad plural, en la cual todos podamos
sentirnos partícipes.
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