
2015
•
NÚMERO 16
BARATARIA 15
millones de personas, la criminalidad como
una torva amenaza, la discriminación sufrida
por los desplazados que buscan una mejor vida,
el terrible contagio de la crueldad que se vive
en los barrios donde la pandilla ofrece el reco-
nocimiento de la pertenencia ante el vacío de
la soledad… No hay duda de que los temas
de una literatura avocada a la comprensión de
estas realidades en nuestras ciudades se en-
cuentran a la vuelta de la esquina.
En Latinoamérica, muchos autores de li-
teratura infantil y juvenil han decidido abor-
dar el tema de la violencia y sus distintas ex-
presiones con el propósito de desentrañar sus
motivaciones, de documentar sus realidades,
de compartir con los lectores el drama en el
que se ven envueltos abundantes personajes.
Esta expresión literaria no es solo testimo-
nial, se aparta del documento puntual para
proponernos una perspectiva estética de los
hechos.
Literatura de urgencia
A diferencia del periodismo, el ejercicio de
la fabulación literaria permite una compren-
sión y exposición más profunda del drama hu-
mano. Al hacer literatura construimos textos
que, como diría el poeta chileno Pablo de Rokha,
“salen del corazón y van dirigidos a él”.
En cierto sentido, la literatura nos ofrece la
posibilidad de un conocimiento distinto al de
la sociología en el terreno de la dinámica social
o el de la historia, al ir más allá del recuento
de los hechos o los significados po-
líticos que puedan tener en deter-
minado contexto y época. El arte
nos aporta una visión de la com-
plejidad de lo humano: se trata de
un espejo donde nos reconocemos.
Por su especificidad, la literatura
nos convoca a recrear en lo pro-
fundo de nosotros las distintas
realidades de la existencia. A tra-
vés del acto creativo de la lectura,
donde compartimos con el autor de
determinado texto de ficción, ima-
ginamos y conocemos historias,
personajes, circunstancias… nos
confrontamos con seres humanos
en quienes nos reconocemos.
Podemos pensar en cualquier drama de
la existencia sujeto a un determinado momen-
to histórico. Más allá de las circunstancias
concretas, la literatura genera una compren-
sión profunda de la realidad al abordar resor-
tes emocionales y sensibles, al narrar las más
complejas y profundas vivencias de seres hu-
manos como nosotros.
Vale decir que frente a la violencia debe-
mos tomar posiciones. No hay posibilidades
de transigir con quienes la causan y propagan
haciéndonos víctimas a todos. Una profunda
reflexión sobre este sinsentido se aborda en
La historia de un caballo que era bien bonito
de
Aquiles Nazoa, donde se hace evidente que en
la guerra todos pierden. Se trata de un texto
cálido con un final sugerente, que trata con
lirismo la muerte de un caballo en el campo
de batalla.
Como autores de literatura para jóvenes y
niños debemos tomar el riesgo de aproximar-
nos a realidades difíciles, a temas que de algu-
na manera bullen en la cotidianidad, uno de
ellos es la muerte, en ocasiones inesperada,
siempre injusta. Lygia Bojunga Nunes, asume
este tema y lo inserta en la realidad social de
una época con belleza y textura literaria en
Mi
amigo el pintor
. Un chico adolescente, trata de
comprender el suicidio de un pintor con quien
ha construido una profunda amistad.
Quizás una de las más notables caracterís-
ticas de los libros para niños es su capacidad
para mostrar zonas oscuras de la
realidad con elegancia, sorteando
lo escabroso para instalar en los
lectores una aguda reflexión en
torno a diferentes formas de la
violencia y sus consecuencias.
En
El niño del pijama a rayas
,
el escritor irlandés John Boyne
describe el horror del holocausto
desde una perspectiva inusual.
Más allá de la información que te-
nemos sobre los campos de con-
centración, la crueldad y la muer-
te que representan en nuestro
imaginario, gracias a la lectura
de este texto, a la interpretación
de esa ominosa realidad lograda
a través de la sensibilidad de un