2015
•
NÚMERO 16
BARATARIA
19
golpean, discuten y lo toman con humor, es una
forma habitual de relacionarse.
El cine y la televisión rescatan este compor-
tamiento y comenzaron a abundar las pelícu-
las norteamericanas ambientadas en los
high
school
en las que un agresor, un chico grande,
fuerte, en muchos casos el hijo de la persona
más poderosa del lugar y por supuesto parte
del grupo de chicos exitosos, agredía por meses
al más pequeño y esmirriado, etiquetado como
un
loser
(perdedor), que luego de muchas pe-
ripecias y llenándose de valor, vence al agresor
cambiando su vida para siempre.
En la medida que los casos se multiplica-
ron, la literatura dejó de fomentar arquetipos
asociados a esta cultura escolar y se adentró
en situaciones de acoso más complejas donde
el personaje ve traspasada su infancia por una
violencia más descarnada, en algunos casos
terrorífica y mortal.
La literatura se transforma
Christine Nöstlinger, ganadara del Ander-
sen, toca con regularidad el tema de la agre-
sión en la escuela. En
Bonsai
, el protagonista,
pequeño y perfecto, sufre con regularidad las
burlas de sus compañeros, pero no lo vive con
particular intensidad. En
Una historia familiar
,
Gretchen, una chica un poco regordeta, es mo-
lestada por Florian Kalb quien encontraba a las
personas metidas en carne “más graciosas que
el chiste más divertido”; no por eso Gretchen se
transforma en una víctima.
Lo mismo ocurre en
Las ventajas de ser
invisible
de Stephen Chbosky, Charlie, el pro-
tagonista de la historia es un chico silencioso,
solitario y retraído: “Estoy callado la mayoría del
tiempo, sólo un chico llamado Sean pareció fi-
jarse en mí. Me esperó a la salida de Educación
Física y me dijo cosas muy inmaduras como
que iba a darme un ‘remojón’, que es cuando
alguien te mete la cabeza en el inodoro y tira la
cadena para hacer que tu pelo de vueltas. Él
también parecía bastante infeliz y se lo dije...”.
Charlie tiene un sinnúmero de problemas pero
puede lidiar con sus compañeros violentos.
Cuando la violencia aumenta, sin embargo, la
literatura pone énfasis en el proceso en que un
personaje se transforma en una víctima, como
en
Angélica
de Lygia Bojunga Nunes. Puerco
luego de un chiste muy gracioso no puede con-
tenerse y se hace pis en el aula, el compañero de
banco le grita: “¡Puerco!... El puerco dejó en se-
guida de reír y se quedó mirando asustado a su
compañero: era la primera vez que le decían su
nombre. Y lo habían dicho de un modo que pa-
recía que su nombre fuera un nombre feo... ¿Por
qué decían su nombre de esa manera, poniendo
tanta fuerza en el
puer
? Comenzó a sentir una
cosa rara y mala que nunca había sentido an-
tes. De repente vio lo que era: era miedo”.
En
El hombre de los pies-murciélago
de San-
dra Siemens la violencia ya instalada en la es-
cuela se presenta sin freno: “Así se quedó Esper.
Sentado sobre la tapa del inodoro. La cabeza in-
clinada hacia atrás, apoyado en la misma pared
contra la que lo habían golpeado. Desnudo...”.
Ser diferentes no es la unica razón
Las razones por las que surge una víctima
no son claras. No es contundente el hecho de ser
gordo, flaco,
nerd
o afeminado, no importaría el
color de la piel o la condición social. De hecho,
ahora parece estar de moda golpear a alguien
por atributos que pueden ser considerados como
positivos: belleza física o elevados récords aca-
démicos. En cada uno de los casos coincide la
relación desigual entre el violento y la víctima, y
más importante aún el silencio y la ceguera de
los adultos. Adultos que se niegan a ver, docen-
tes, directivos y padres que desvían su mirada o
que no intervienen, dejando posar las profundas
huellas que el
bullying
deja en los agredidos.
La ficción nos muestra la variada tipología
de las víctimas de acoso. En
Rafaela
la protago-
nista es gorda igual que Gretchen de
Una histo-
ria familiar
y Juliana de
El terror de Sexto “B”
.
El protagista de
Oliver Button
es un nena
se pre-
senta como “afeminado”; Mara, la de
Orejas de
Mariposa,
es pobre; Bradley Chalkers de
Hay
un chico en el baño de las chicas
es el bravucón
del curso; Rosendo Moncadas de
Sé que estás
allí
tiene voz de pito; Jamie de
Mi hermana vive
sobre la repisa de la chimenea
es un nuevo; Es-
per de
El hombre de los pies-murciélago
es hijo
de una madre soltera, e incluso en
Querida au-
tora
, Lucy no muestra un rasgo específico que
nos de una pista de por qué es el blanco de las
maldades de Belén.