Previous Page  22 / 28 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 22 / 28 Next Page
Page Background

Más allá de las razones que desencadenan la

violencia, los que padecen el acoso lo viven como

una experiencia devastadora que dejará secue-

las de por vida: “Bradley Chalkers se sentaba al

fondo de la clase, en el último pupitre de la úl-

tima fila. En el pupitre de al lado no se sentaba

nadie; en el de adelante tampoco. Era una isla”.

Ojos que no ven, un mundo sin adultos

Según el estudio de la UCA, los padres y los

maestros son los últimos en enterarse, ya que

frente a la violencia el 57% de los agredidos calla

y el 70% solo se lo comunica a sus amigos. Son

muchas las razones por las que el

bullying

pasa

desapercibido para los adultos. Muchos padres

trabajan todo el día y simplemente no están en

casa. Los docentes reciben cursos abarrotados,

con problemas de disciplina donde un caso de

acoso puede pasar como otra agresión más. Por

otro lado, el

bullying

suele producirse fuera de

la vista de los docentes, en recreos, baños y a

la salida del colegio, y en la actualidad en el te-

rreno virtual, el denominado

ciberbullying

. Aún

en los casos en que se detecta, muchas veces el

docente no tiene las herramientas para interve-

nir. Los pasos burocráticos (consejo de curso,

consejo de convivencia) son lentos y, muchas

veces, la legislación impide la sanción o invierte

la carga de la prueba y el docente termina sien-

do culpable por no “haber integrado al agresor”.

Dice Narodowski en su libro

El

bullying

como sustituto de la vieja indisciplina

(2013):

“Es evidente que frente a esta retirada del cui-

dado adulto del escenario escolar y al subse-

cuente declive de la “disciplina escolar” como

elemento ordenador de la vida cotidiana en las

instituciones, el fantasma de la desprotección

y la inseguridad crece entre muchos alumnos

quienes, según la evidencia arriba citada, en

altos porcentajes se sienten indefensos respecto

de lo que otros pares efectivamente les hacen o

les podrían llegar a hacer para perjudicarlos”.

Pero también hay miles de chicos que se

crían prácticamente solos o en manos de sus

hermanos mayores, como en el caso de Jamie

de

Mi hermana vive sobre la repisa de una chi-

menea

, quien es emboscado por un compañero

que mientras lo golpea le grita “eso es por bus-

carme problemas con el director… Eres un gi-

lipollas y todo el mundo te odia”, al levantarse

camina a su casa esperando no asustar a su

padre y a su hermana “…abrí la puerta de la

entrada y esperé que papá gritara

dónde demo-

nios te habías metido

…Papá estaba dormido en

el sofá… Me quedé mucho rato mirando a papá

y, aunque tenía el cuerpo machacado y el ojo

se me había hinchado tanto que me abultaba

el doble de lo normal, nunca me había sentido

tan invisible…”. La soledad, la terrible soledad

de miles de chicos.

20

BARATARIA

NÚMERO 16 •

2015