
2012
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NÚMERO 14
BARATARIA 7
fantil universal será más gran-
de y profunda. ¡Hermosa tarea
tenemos por delante!
Joel Franz Rosell
Autor, ilustrador e investi-
gador de literatura infantil. Ha
publicado artículos, ensayos, y
libros para chicos. Entre sus títu-
los destacan:
Pájaros en la cabeza
y
Aventuras de Rosa de los Vien-
tos y Juan Perico de los Palotes
(ambos en la selección “
White Ra-
vens
”, de la Biblioteca Internacio-
nal de la Juventud), así como
Mi
tesoro te espera en Cuba
(premio
de la ciudad de Cherbourg),
La
leyenda de Taita Osongo
(premio
Heredia, Cuba) y
El pájaro libro
,
Los cuentos del mago y el mago
del cuento
y
Don Agapito el apena-
do
, recompensados con “La Rosa
Blanca” de la Unión de Escritores
de Cuba.
BIBLIOGRAFÍA
CANSINO, Eliacer: “¿Para
qué queremos a los clásicos?”
Lazarillo.
n°18. Madrid. 2007.
ESTÉBANEZ CALDERÓN,
Demetrio:
Diccionario de términos
literarios.
Madrid. Alianza
Editorial. 1996.
GONZÁLEZ, Luis Daniel.
Guía de clásicos de la literatura
infantil y juvenil (hasta 1950)
.
Palabra. Madrid, 1999.
LAGE FERNANDEZ, Juan
José:
Diccionario histórico de
autores de la literatura infantil
y juvenil contemporánea.
Granada. Editorial Octaedro
Andalucía. 2010.
ROSELL, Joel Franz:
La literatura infantil: un oficio
de centauros y sirenas
. Buenos
Aires. Lugar Editorial. 2001.
SORIANO, Marc
: La
literatura para niños y jóvenes.
Guía de exploración de sus
grandes temas.
Buenos Aires.
Colihue.1999.
SOTOMAYOR, María Victoria:
“Clásicos y reediciones 2008:
una apuesta por lo permanente”.
Lazarillo.
n°21. Madrid. 2009.
VIALA, Alain: “Qu’est-ce
qu’un classique ?”
Bulletin de
bibliothèques de France
. http://
bbf.enssib.fr/consulter/bbf-1192-01-006-001
ción al castellano en catálogo?
Oscar Alfaro, ¿es leído fuera
de Bolivia?). Por no hablar de
las tradiciones orales: cuen-
tos afroamericanos o leyendas
aborígenes (los dos ejemplos
más notables) que comparten
diversos países. Ahí tenemos
un yacimiento de futuros clá-
sicos pendiente de “desantro-
pologización” y de una apro-
piación por la literatura “culta”
comparable a la que las litera-
turas europeas han sabido ha-
cer, por ejemplo, con las tradi-
ciones celtas.
La literatura infantil lati-
noamericana es joven y aún
no ha consolidado su canon.
Cuando lo haga, su influencia
en el resto de la literatura in-