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2012

NÚMERO 14

BARATARIA 13

Una segunda recomendación es no apresu-

rar, no forzar, ni obligar. Esto vale tanto para

los clásicos como para cualquier otro tipo de

libro.

Otra sugerencia es acompañar a los lec-

tores, principalmente cuando no son lectores

muy expertos. La lectura en voz alta es una las

estrategias mejores y más sencillas para pro-

mover la lectura, y puede contribuir a conectar

a niños y jóvenes con textos que tienen cierto

grado de dificultad y que generalmente respon-

den a ciertas situaciones históricas alejadas de

su cotidianidad.

Los mediadores pueden proponer la lectura

por capítulos en grupo, conversaciones sobre

los avances de la lectura, discusiones y dife-

rentes estrategias para motivar el interés por el

texto. También el mediador puede aprovechar

el interés que suscita una película para motivar

a los jóvenes a adentrarse en su lectura o apo-

yarse en las nuevas tecnologías para explorar y

sumergirse en el texto. Hace poco me sorpren-

dió ver en un club de lectura de jóvenes, donde

leían

La Iliada

, cómo utilizaban Internet como

apoyo para entender la complejidad de las rela-

ciones entre los dioses griegos. Los jóvenes ba-

jaban de Internet diagramas y mapas para ilus-

trar y aclarar la jerarquía y las denominaciones

de los distintos dioses, estos impresos adorna-

ban las paredes del salón donde se reunían y

les ayudaban a entender y a disfrutar el texto.

Por último, los mediadores tienen que ase-

gurarse de que los clásicos estén incluidos en

la oferta de la biblioteca pública y escolar, que

se exhiban y se promuevan junto con los demás

materiales de la biblioteca.

F.H.D.: Según tu juicio, tomando en

cuenta los nuevos formatos, los nuevos lec-

tores y las condiciones cada vez más vertigi-

nosas de consumo de información, ¿pueden

seguir aportando los clásicos a generaciones

de lectores por venir?

G.M.R.: Yo confío en que seguirán aportan-

do, al igual que aportan hoy al lector contempo-

ráneo obras que fueron escritas hace cientos de

años. Esa es la magia del clásico.

¿Por qué continuamos emocio-

nándonos con

La Odisea

, con

Madame Bovary

, con el

Dr.

Jekyll y Mr. Hyde

si fueron

escritos para otra gente, para

otra época y para otro mundo

absolutamente diferente, que

poco o nada tiene que ver con

la manera en que vivimos y nos

relacionamos hoy?