
2012
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NÚMERO 14
BARATARIA 11
mas literarias. Por su parte, la literatura juvenil
contemporánea se caracteriza por la agilidad de
los diálogos, intenta atrapar desde el primer
párrafo, evita las largas descripciones y tiene
por lo general un vocabulario con un mínimo
grado de dificultad y más próximo a los jóvenes.
Obviamente los textos responden al momento
en que se escriben y actualmente la literatura
juvenil tiene grandes influencias del lenguaje
de los medios masivos, donde la rapidez, la in-
mediatez y el esfuerzo por captar la atención
desde el primer momento son primordiales.
También veo distancia en la “dosificación”
de la literatura contemporánea. Pareciera que
viniera por tallas, como las camisas: a partir de
los 10, desde los 8, desde los 12… En contras-
te, mucha de la literatura clásica de la que se
han apropiado varias generaciones de jóvenes,
no fue siquiera pensada para ellos.
Por otra parte, esa intención de la literatura
clásica infantil y juvenil de generar placer es-
tético, de producir deleite y de entretener a los
lectores ha variado en los últimos años. Aho-
ra vemos cómo mucha de la llamada literatura
juvenil contemporánea (¡no toda, por fortuna!)
se ha convertido apenas en un instrumento
para dar lecciones sobre diversas problemáti-
cas como la drogadicción, el
bullying
, el divor-
cio de los padres, la anorexia, la preservación
del planeta, la violencia familiar, y toda clase de
preocupaciones sociales. Queda la pregunta de
si estos libros tendrán la capacidad de llegar a
las futuras generaciones, así como la literatura
clásica nos ha llegado a nosotros.
Pienso que la buena literatura ju-
venil contemporánea, por estar más
próxima al contexto y a los intereses
de los jóvenes y por tener menor gra-
do de dificultad, está en la capacidad
de ganar lectores, de afianzarlos en
la lectura y de ayudar a desarrollar
competencias lectoras que los ayu-
darán a acercarse más cómodamen-
te a los clásicos.
F.H.D.: En tu trabajo como bibliotecaria,
a la hora de adquirir libros o incluir libros
para alimentar un plan lector, ¿qué impor-
tancia tienen los clásicos para conformar bi-
bliotecas?
G.M.R.: Para adquirir materiales para una
biblioteca pública o para una biblioteca escolar
se deben tener en cuenta tanto la buena cali-
dad estética y literaria, como la diversidad. Al
hablar de diversidad, me refiero a variedad de
géneros, corrientes, tendencias, autores, épo-
cas, temáticas, puntos de vista, etc. También
diversidad de soportes, pues la biblioteca no
solo debe ofrecer materiales impresos. Debe
además poner a disposición del público audio-
visuales, información en línea, y formatos va-
riados que incluyan periódicos, revistas, folle-
tos, entre otros.
En esta diversidad, los clásicos –como par-
te esencial de nuestra cultura– tienen un lu-
gar importante y deben estar al alcance de to-
dos, disponibles en los estantes junto con otras
obras de literatura moderna y contemporánea,
en distintos géneros y para diferentes edades.
De esta manera la biblioteca podrá respon-
der a los intereses y preferencias de niños y jó-
venes, y a sus diferentes niveles de experiencia
lectora.
Muchas veces la relación de los niños y jó-
venes con los clásicos se puede ver afectada ya
que algunos profesores y bibliotecarios conside-
ran que son “difíciles” y prefieren adquirir para
la biblioteca ediciones comprimidas y resumi-
das, en las que muchas veces no se conserva
la calidad literaria. En este sentido –y sin que-
rer ser fundamentalista pues, como decía an-
teriormente, a los clásicos se puede llegar por
diferentes caminos–, pienso que las bibliotecas
públicas y escolares no deben escatimar esfuer-
zos para garantizar que ese primer encuentro
de los niños y jóvenes con la literatura clásica
se haga con las mejores ediciones, con obras
atractivas, bien hechas y con buenas traduc-
ciones que motiven a ser leídas y disfrutadas.
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