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18

BARATARIA

NÚMERO 13 •

2011

ca hubiera podido imaginar. El

coraje de la pequeña Alba, con

quien entabla amistad, y las

situaciones por las que pasan

las dos niñas obligan a Luisa a

confrontar un mundo difícil que

desconocía. Los personajes de

este relato actualizan dinámicas

sociales propias de cualquier

país de marcadas diferencias,

que sellan procesos muy parti-

culares: la clase acomodada que

desconoce la realidad, la clase

resentida que abraza la violen-

cia, la pobreza, el triunfo de una

niña de carácter fuerte y la me-

tamorfosis de la protagonista.

Los niños de la ca-

lle representan un arquetipo

muy extendido en mis libros.

En

El tesoro de la pordiose-

ra,

un grupo de cuatro gami-

nes, familia callejera con líder

y seguidores, persiguen a una

limosnera que deambula por

las mismas calles que ellos. Los

chicos se burlan de la mujer y

de su bolsa, que arrastra de un

lado para otro. La curiosidad y

el deseo de apoderarse de lo que

la pordiosera guarda en su bol-

sa los lleva a planear cómo qui-

tarle su preciada posesión. La

fantasía se atraviesa en la vida

... las historias que

involucran directamente

la complejidad de la vida

en relación con el entorno

exponen con mayor

profundidad la realidad.

de los pequeños vagabundos, conduciéndolos a situaciones inve-

rosímiles y fantásticas.

En este relato, la fantasía se convierte en una forma de ha-

cer realidad el deseo de obtener con la imaginación lo que la socie-

dad no puede proveer. Como mecanismo de solución, los elementos

fantásticos han formado parte de la literatura infantil en relatos

maravillosos, que cobran una dimensión diferente en la literatura

realista.

Aire Viviente

lleva a dos hermanos a encontrarse con el pa-

sado de su gente, al ser transportados, sobre el cabello de una

mujer, en un vuelo fantástico sobre las majestuosas montañas de

los Andes. Esta los deposita en una aldea indígena, donde viven

grandes aventuras y presencian la llegada de los españoles.

En mis novelas para adultos, la problemática social se plas-

ma con mayor fuerza.

Amo y señor

aborda el tema de la violencia

que ha golpeado a tantos países en distintas épocas, y el machismo

que continúa dejando víctimas en muchos hogares. Con ira en el

alma, expone la rabia de seis personajes desposeídos, cuyo resenti-

miento los lleva a vengarse de una mujer adinerada como símbolo

de la clase social alta, a la que culpan de todos sus problemas. En

Benito Palomino,

aparece el mundo de la política latinoamericana

en todas sus facetas.

En la medida que los personajes de ficción representan a

diferentes miembros de la sociedad, y en la medida que ellos expo-

nen sus vicisitudes y la dinámica de otras interrelaciones, se puede

decir que los textos literarios reflejan una permanente dimensión

social. Sin embargo, las historias que involucran directamente la

complejidad de la vida en relación con el entorno exponen con ma-

yor profundidad la realidad.

El valor social no está siempre considerado como parte de la

dimensión literaria de un texto. Muchos adultos mediadores esti-

man que el factor más importante de un libro es su capacidad para

entretener y que el lector logre identificarse con el personaje. Sin

menoscabo de la importancia que estos factores puedan tener, la

lectura también debe ofrecerle al lector la posibilidad de conocer el

mundo en toda su extensión.

Escribir para niños y jóvenes implica una gran responsa-

bilidad, especialmente por la enorme capacidad que tienen esos

lectores para absorber aquello que leen. El lector vive y viaja con los

personajes del relato; siente el dolor y la alegría junto con los pro-

tagonistas; disfruta las aventuras; experimenta la tensión de aque-