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2011

NÚMERO 13

BARATARIA

23

En el contexto latinoamericano, el niño

de la calle aparece como un actor temprano de la

literatura infantil, en relatos que fueron adapta-

dos para este público. A principios del siglo XX, los

diferentes movimientos criollistas que intentaron

reproducir una realidad nativa o local, también,

se ocuparon de este pequeño actor, desde todo

punto de vista marginado. No es solo su condición

de proscrito, sino también su condición de niño,

lo que lo llevará a ser víctima de abusos y maltra-

tos. Un cuento emblemático, del venezolano José

Rafael Pocaterra,

De cómo Panchito Mandefua cenó

con el niño Jesús

, relata la historia de Panchito,

un vendedor de loterías que en la noche de Navi-

dad muere atropellado por un automóvil sin que

realmente a nadie le importe. Para el período en

que se escribe esta historia, incluida en

Cuentos

grotescos

(1922), comienza a despuntar la moder-

nidad en muchos países de la región, por lo que se

acentúa un fenómeno de migración del campo a

las ciudades, que va a dar origen a una nueva es-

tructura urbana: las áreas periféricas comienzan

a poblarse, en principio tímidamente, por familias

campesinas que se asientan cerca de las grandes

ciudades en busca de mejores oportunidades.

Hacia los años cincuenta, este fenóme-

no de densidad poblacional es irreversible y ya en

las principales ciudades, las colinas y terrenos

baldíos se ven invadidos de casas improvisadas y

asentamientos espontáneos. Junto con ello tam-

bién crece una problemática social compleja, que

instala en la vida cotidiana la violencia, la lucha,

el abandono y la desesperanza.

En este contexto nace la figura del niño

de la calle, cuyas historias también asaltan la

literatura infantil y el cine desde diferentes pers-

pectivas. Por un lado, desde una dimensión

realista muchas obras ofrecen una descripción

cruda de las ásperas experiencias que viven mu-

chos de estos personajes, sus ambientes y las ra-

zones que los llevaron a dejar sus casas o perder

la seguridad del hogar. Otros relatos plantean

historias muy comunes de migraciones del campo

a la ciudad, cuyo principal propósito es marcar

los contrastes entre estas dos formas de vida. Y

en algunos casos, los ambientes asfixiantes de

los puentes, botaderos de basura, escombros,

permiten las posibilidades de soñar un mundo

mejor, quizás de construir fantasías como una

forma de evasión.

En un borde muy delgado se encuentran

historias que más bien reproducen situaciones

de infancia de extrema dureza, donde no hay

espacio para la ternura, o historias donde inex-

plicablemente el mundo de los adultos aparece

desdibujado.

Abundantes obras de la literatura infan-

til latinoamericana dan cuenta de las vicisitudes

de estos personajes, a veces en una estructura

itinerante, enlazada con la picaresca, cuya tra-

dición se extiende y se aclimata en la literatura

hispanoamericana como un género de denuncia

social, que revuelve las entrañas de una sociedad

hipócrita y plagada de vicios. En

El lazarillo de

Tormes

, Lázaro, el protagonista, sirve de hilo con-

ductor para exponer ese rostro oculto a medida

que va pasando de mentor en mentor. Uno de los

parentescos de este género con las historias que

abordan el tema del niño de la calle es su carácter

de aprendizaje. En las diferentes situaciones, el

héroe (en este caso antihéroe) aprende a sobrevi-

vir, utilizando el engaño, la astucia y, si es posi-

ble, la fuerza.

Podría ser amplio el catálogo de obras que

asumen este personaje y sus condiciones, desde

cuentos cortos, hasta obras de mayor envergadu-

ra, pasando por libros álbum. Algunos de ellos

cabalgan en el tono de denuncia, otros exponen

más bien una visión conmiserativa y maniquea,

en la que los ricos se presentan como malos y des-

almados, mientras que los pobres se solidarizan

ante el dolor y encuentran justificación a sus ac-

tos. En todo caso, evidencian las agudas desigual-

dades de nuestras sociedades.

Miguel Vicente Pata Caliente

, del venezo-

lano Orlando Araújo, introduce el personaje del

limpiabotas, que pronto queda huérfano. A tra-

vés de este chico, podemos explorar parte de esa