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BARATARIA
NÚMERO 13 •
2011
La protagonista se siente presa en el apartamento
de la abuela, desde donde solo puede ver las ven-
tanas del edificio vecino. Pero una de estas ven-
tanas llama su atención, una cuya forma de arco
rompe con la monotonía del conjunto de ventanas
cuadradas y que tiene como vecino un andamio
colgante. Esta diferencia atrae a María y la induce
a tender su cuerda desde la ventana de su cuarto
hasta el edificio de enfrente, para mirar lo que hay
detrás de la ventana en cuestión. La cuerda remi-
te al hilo de Ariadna, pues en cierta medida es un
elemento que asegura a la protagonista la posibi-
lidad de entrar y salir del laberinto de su psique
alterada y fragmentada. Metafóricamente, está
tendida desde las certezas de la conciencia ha-
cia las incertidumbres del inconsciente. Cada una
de las puertas que la protagonista abre guardan
un fragmento de su historia personal, perdido por
causa del fuerte choque emocional que había ex-
perimentado. A través de la metáfora de la cuerda
y de las puertas, la protagonista escudriña su psi-
que en busca de los recuerdos que había perdido
y para hacer acopio de recursos que le aportarán
fortaleza para defenderse del avasallamiento y las
imposiciones del mundo adulto representados en
la figura de la abuela.
En
La casa de la madrina,
la imaginación es pre-
sentada como un recurso para enfrentar y supe-
rar las dificultades de la vida en pobreza. Alexan-
dre, ante la miseria irresoluble que compartía
con su familia, emprende un viaje iniciático en
busca de la casa de la madrina, suerte de mun-
do paralelo donde se consiguen soluciones casi
mágicas a todas las necesidades del personaje.
La novela transcurre entre dos planos y dos voces
narrativas: por un lado se encuentra la historia
de Alexandre, contada por un narrador omnis-
ciente, y por el otro está la historia del Pavo Real,
contada por Alexandre y en la que a veces se in-
cluye la primera persona. Este tipo de juego es
muy frecuente en la obra de esta autora y consti-
tuye uno de sus rasgos característicos.
Desde el comienzo de su viaje, Alexandre debe lu-
char contra el miedo, así que debe sobreponerse
al temor que le produce la oscuridad y a la apa-
rente locura del personaje que se convierte en su
compañero de viaje: el pavo real. En el camino,
Alexandre y el Pavo se encuentran con Vera, una
niña que los ayuda a encontrar el lugar que es-
tán buscando. Juntos atraviesan una cerca pro-
hibida, que podría ser vista como una suerte de
umbral, cuyo guardián es el miedo. En este mo-
mento de la historia, la imaginación y el humor
se convierten en las herramientas fundamenta-
les para vencer el obstáculo y llegar al otro lado.
Una vez allí, encuentran rápidamente la casa de la
madrina, donde está todo aquello que Alexandre
y el Pavo Real han deseado recuperar. Al cruzar
el umbral de regreso, tratan de llevar consigo los
bienes más preciados, pero no lo logran. Parece
que todo lo que habían alcanzado en la casa de la
madrina se hubiese perdido. Pero al día siguien-
te, Alexandre descubre que, sin saberlo, ha traído
lo que realmente había ido a buscar: la llave de la
casa. Ahora puede retomar el camino con la se-
guridad de que podrá vencer al miedo cualquiera
que sea la circunstancia en la que se aparezca,
pues su hermano Augusto le había asegura-
do que dejaría de temer cuando tuviera la llave
de la casa en el bolsillo. Realmente consiguió lo
que había ido a buscar: la seguridad de poder
seguir solo el largo camino que conduce hacia
la madurez.
Como se ha podido apreciar, las obras revisadas
contienen elementos del viaje del héroe, remiten
a la iniciación, ofrecen una visión del niño desde
las complejidades de la psique, pero sin perder de
vista su particular visión de mundo que les per-
mite echar mano de la imaginación y la fantasía
para conservar el equilibrio. Estas obras ofrecen
al lector las respuestas a preguntas vitales que
cada personaje pudo conseguir a través de su ex-
periencia. Todas muestran el camino difícil hacia
el crecimiento.