
2011
•
NÚMERO 13
BARATARIA
15
Las novelas de Lygia Bojunga ponen al lector
en contacto con verdades profundas al acom-
pañar a los personajes en acciones cercanas
a los ritos de iniciación y vivir con estos nue-
vas experiencias en el camino hacia su auto-
conocimiento. Los protagonistas de Bojunga
regresan de su aventura como seres nuevos,
con una experiencia que los ha preparado para
hacer frente a otros cambios. Como afirma
Campbell, llegan como “recién nacidos” a asu-
mir una nueva vida. Víctor, luego de atravesar
el infierno del desamor y la explotación, logra
reconstruirse y escoger un rumbo para su vida:
seguir los pasos de su abuela, antropóloga y lu-
chadora social. María recupera sus recuerdos y
con ellos logra fortalecer su frágil personalidad
y prepararse para defender sus ideas y sus in-
tereses. Alexander se siente seguro después de
haber conseguido la llave de la casa de la ma-
drina; para él es un símbolo de seguridad y de
protección contra el miedo que a veces ataca en
el camino hacia la madurez. También es la cer-
teza de no ser un niño perdido ni abandonado,
de tener un lugar donde regresar cada vez que
decida alejarse.
Cada uno de estos personajes se enfrenta solo
a un entorno adverso, logra sobreponerse a
los efectos de esa lucha y trae como trofeo un
aprendizaje significativo. No hay objetos mági-
cos para ayudar a los protagonistas, pero cuen-
tan con la imaginación y el ingenio a la hora
de sortear dificultades y con la capacidad de
interpretar las señales que su propia psique le
envía. El esquema de viaje-iniciación-retorno
se cumple en todos los casos, pero en
La casa
de la madrina
y
La cuerda floja,
el retorno no
llega a manifestarse en el plano de la realidad,
pues los personajes no regresan a casa sino a
sí mismos, a la seguridad que les proporcio-
na una psique fortalecida con la experiencia
y con la certeza de haber encontrado su propio
espacio.
Los personajes principales de estas obras se ven
forzados a partir en busca de “algo” que les re-
sulta crucial para continuar con sus vidas. El
trayecto que los conduce hacia ese “algo” repre-
senta el camino del crecimiento. Cuando logran
llegar ante su objeto de búsqueda ya han sufri-
do transformaciones fundamentales, luego de
haber pasado duras pruebas. Es la
búsqueda
lo que estructura las acciones de los personajes
y lo que define el desenlace de las historias, y
representa el camino inmemorial que conduce al
ser humano hacia la madurez.
Referencias
Bojunga, L.
(1996)
La casa de la madrina
. Bogotá, Norma.
(1996)
El sofá estampado
. Bogotá, Norma.
(1998)
La cuerda floja
. Bogotá, Norma.
Campbell, J.
(1997)
El héroe de las mil caras:
Psicoaná-
lisis del mito
. México, Fondo de Cultura Eco-
nómica.