

2009
•
NÚMERO
1
•
VOLUMEN VI
I
BARATARIA 9
con esas posibilidades irreales de creer en algo dis-
tinto y quizás más poético, pero que forma parte de
una esquizofrenia. Este libro perturba porque hace
pensar y es conmovedor y, aunque deja una salida
esperanzadora, el narrador no se detiene en descrip-
ciones románticas sino que confirma la aspereza de
un mundo que tiene leyes implacables. Al final, un
maravilloso ópalo de color del fuego sirve como tri-
buto para pagar el cortejo fúnebre de estos amigos
imaginarios, Pobby y Dingan, pero con ello también
se desacredita la magia en un mundo donde la fe
queda sepultada por la ambición del dinero.
El mundo de ficción inestable
Entre las formas de la perturbación, quizás una de las
más sofisticadas, se encuentra la creación de
mundos
paralelos
que pueden realmente deconstruir las coor-
denadas del tiempo y del espacio, tal como funcionan
en nuestro estable universo cartesiano.
Algunas propuestas desarrollan la posibilidad
borgiana de creer que el mundo que vivimos es, a
su vez, un mundo de ficción inventado o soñado
por otro. Este recurso puede servir de marco para
reflexiones ontológicas, como es el caso de
El mundo
de Sofía
de Jostein Gaardner. Pero también puede
hacer tambalear la seguridad misma de una ficción,
es decir, puede volverse metaficcional o si se quie-
re más bien anti metaficcional, como sucede en
El
misterio de Cranctock
del argentino Sergio Aguirre.
Desde la perspectiva asumida, no sabemos como
lectores cuál puede ser este terrible misterio que se
oculta en el apacible pueblo de Cranctock, hasta que
descubrimos que todo lo que ocurre es movido por
los hilos invisibles de un personaje de ficción.
Coraline
de Neil Gaiman plantea la disolución
progresiva del mundo paralelo donde una madre
siniestra pretende encerrar para siempre a una
niña, que se ve impelida a cruzar una puerta que
se supone clausurada. Los motivos del umbral y
la existencia de un mundo que cohabita con la
realidad cotidiana ponen al descubierto una di-
mensión completamente macabra, donde se inda-
gan deseos inconscientes. A medida que Coraline
va dominando estos impulsos, el mundo que ha
construido la figura de su madre postiza, comienza
a derretirse y a perder consistencia, lo que genera
una enorme inquietud, los contornos se desdibu-
jan y los objetos se desvanecen como símbolo de
la desintegración mental.
El descubrimiento de un secreto
Existen, como he podido señalar, abundantes for-
mas de cómo se plantea la perturbación en la litera-
tura infantil. Sin embargo, para mí, una de las más
poderosas está vinculada con el enfrentamiento que
el protagonista debe tener con una
verdad revelada
,
en el mayor de los casos, de manera imprevista.
Descubrir un secreto puede significar una expe-
riencia devastadora. Muchas veces esta revelación
sucede de manera fortuita, como parte de un pro-
ceso de búsqueda; en otros casos, los enigmas se
ocultan en claves que el protagonista no alcanza a
descifrar, ya sea por su inexperiencia o por su deseo
de mantener un mundo feliz.
En
El curioso incidente del perro a medianoche
,
el segundo libro más extraño que he podido leer
en los últimos años, escrito por Mark Haddon, se
cuenta la historia de un niño discapacitado que de-
cide investigar quién mató al perro de la vecina. En
esta pesquisa encuentra pistas que le revelan otros
misterios más escabrosos acerca de su vida, como
el hecho de que su madre no ha muerto en realidad,
sino que vive con otro hombre y que su padre ha
intentado protegerlo pero a un costo muy alto.
Hurgar en el pasado familiar y abrir gavetas don-
de se guardan secretos penosos constituyen uno de
los recursos más potentes de la perturbación. Mu-
chas veces, después de estas revelaciones, los perso-
najes, y también los lectores, pierden su inocencia.
En
Las visitas
de Silvia Schujer, uno de esos
libros que llegaron a mis manos por casualidad, el
protagonista va descubriendo poco a poco verdades
que son punzantes, como el hecho de que su padre
nunca se había ido de viaje, sino que pagaba una