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2015

NÚMERO 16

BARATARIA 7

con la calidad del trabajo que realizamos. ¿Qué

tan preparados estamos para enfrentar cada

grupo humano, cada situación? ¿Qué esperan

las personas que asisten a nuestros talleres?

¿Qué dejamos para ayudar a mitigar el dolor

que la violencia ha marcado en ellos? ¿Cómo nos

curamos las huellas de estos viajes a los otros

lados? ¿Cómo reponemos los libros que tenemos

que dejar en cada taller y que hacen parte de

nuestras bibliotecas particulares? ¿Cómo conse-

guir más y más y más libros para estas comu-

nidades que descubrieron que eran necesarios?

Entre más recuerdo, más me pregunto: ¿mi-

tigamos en alguna medida las penas de nues-

tros auditorios? ¿O más bien profundizamos

la frustración al mostrar mundos posibles sin

que regresemos con más libros, más talleres,

más encuentros porque los programas son a

corto plazo, sin continuidad, sin posibilidad de

ofrecer nada más que rasguños? Estos deseos

desencadenados y no satisfechos, este pron-

to regreso a nuestra vida confortable, nos deja

siempre el sabor de lo inconcluso, de lo frag-

mentado, de lo injusto.

¿Será posible que la literatura nos ayude

a lograr que la balanza que mide la violencia y

la esperanza se incline hacia el lado que tanto

necesitamos? El tiempo les dará la respuesta a

mis nietos. Aún quedan muchos mapas histó-

ricos por descifrar.

* Irene Vasco es escritora colombiana, fue directora de

programación infantil y talleres de creatividad en la Fundación

Rafael Pombo. Socia fundadora de la librería y el taller Espanta-

pájaros. Se ha dedicado intensamente a la promoción de lectura

en zonas de conflictos y en comunidades indígenas y rurales.

masacrar, desplazar, despojando a los habitan-

tes de sus tierras ancestrales.

Podría contar sobre las comunidades de

campesinos desplazados que se instalaron en

las laderas de Cali, quienes no querían saber de

cuentos infantiles sino de Constitución, leyes,

decretos que les permitieran recuperar parte de

sus vidas robadas.

Podría contar sobre los jóvenes delincuentes

que a través de un programa de rehabilitación

se encontraron a sí mismos leyendo y escribien-

do historietas cómicas, partiendo de talleres so-

bre

Las aventuras de Tintín

, de Hergé (Editorial

Juventud), donde ellos actuaban como víctimas,

agresores y superhéroes redentores, todo al mismo

tiempo, en una búsqueda interior de identidad, en

una reflexión inconsciente sobre el bien y el mal.

Las experiencias son muchas. Voy y vengo.

Llevo libros. Traigo palabras, aprendizajes,

amigos nuevos. Pero sobre todo llego cargada

de preguntas, casi todas sin respuestas. Mis

dudas existenciales y terrenales tienen que ver

¿Será posible que la literatura

nos ayude a lograr que la ba-

lanza que mide la violencia y la

esperanza se incline hacia el

lado que tanto necesitamos?