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BARATARIA
NÚMERO 14 •
2012
Comienza a escribir para los niños, bajo un co-
mún denominador con Pombo: para educar y
transformar el pensamiento es necesario empe-
zar por los más pequeños. Por eso sus escritos
infantiles tienen un tinte pedagógico e ideoló-
gico. La obra infantil que lo hizo inmortalizó
fue
La Edad de Oro
(1889). A la manera de una
pequeña enciclopedia, esta revista tuvo como
objetivo llegar al niño con un contenido que lo
eduque, lo mantenga ocupado, pero sobre todo
que le muestre su pasado y su presente de una
manera fácil de comprender. Conocido como
el libro fundamental de la literatura infantil
cubana, estas revistas
de edición mensual in-
cluían poesía, narrativa
tradicional, lecciones de
historia universal, des-
cubrimientos, folklore,
ciencia y muchos otros
temas. Martí escribió y
editó este proyecto desde
Nueva York durante su
exilio, aunque se publi-
caron solamente cuatro
números que circularon
primero en Cuba y que
no tardarían mucho en
llegar a toda América.
La publicación se inte-
rrumpió porque el editor
quería que se inculcara
el temor de Dios, cosa a la que Martí se opuso.
A finales del siglo XIX aparece el uruguayo
Horacio Quiroga (1878-1937) cuya vida se vio
rodeada por la constante de la muerte de fami-
liares y amigos muy
cercanos.
Seguidor de la
escuela modernista y obsesivo lector de Edgar
Allan Poe y Guy de Maupassant, se convierte
en un experto del cuento corto sumergido en
temas que abarcan el horror, la enfermedad,
el sufrimiento y la muerte. Pero también toca-
ron su inspiración Kipling, Jack London y su
larga estadía en la región de Misiones (Argenti-
na) para contextualizar su famoso libro infantil
Cuentos de la selva
en los verdes paisajes de
la selva tropical, donde los animales son pro-
tagonistas. Esta obra infantil lo inmortalizó en
Hispanoamérica. Son relatos que muestran el
conocimiento que Quiroga tenía sobre la flora
y fauna del lugar, y que había estudiado y do-
cumentando con minuciosidad. Dedicado a sus
hijos, el libro tiene ocho cuentos que se publi-
caron en primera instancia por separado entre
1915 y 1916.
Nacido en Montevideo pero con toda una
vida en Buenos Aires, Constancio Vigil (1876-
1954) tiene una gran visión como editor. Funda
varias revistas de mucho éxito en Buenos Aires,
cada una para un pú-
blico distinto. La más
importante dedicada
a los niños es
Billiken
(1919) que sigue vigen-
te en la actualidad. Su
contenido fue concebi-
do para que los alum-
nos tuvieran material
escolar que los ayudara
en sus trabajos. La re-
vista que, además, te-
nía cuentos y leyendas
de América, historietas
y personajes históri-
cos, se dio a conocer en
toda Hispanoamérica.
Dentro de la literatura
infantil, Constancio Vi-
gil creó personajes inolvidables como “la hormi-
guita viajera” (1927), “el mono relojero” (1941),
y “Misia Pepa”, una cotorra charlatana y men-
tirosa (1941). Bajo un esquema tradicional de
principios de siglo, los cuentos de animales hu-
manizados, Vigil crea narraciones infantiles de
aventura en las que sus protagonistas termi-
nan con un mensaje de alto contenido moral
y religioso que el autor imprime como valores
importantes de la educación.
Finalizando la primera mitad del siglo XX
surge la figura de José Benito Monteiro Lobato
(1882 – 1948), uno de los más influyentes escri-
tores de literatura infantil en Brasil y sin duda
el pionero en este campo. En 1931 publica su