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BARATARIA

NÚMERO 14 •

2012

una apuesta

interesante

por Iván Hernández A.

En la década de los 80 sale al mercado la colección

Cara y

Cruz,

una propuesta cuyo aporte fundamental era renovar la en-

señanza de la literatura en la escuela secundaria. Y principalmen-

te poner a disposición de mercado latinoamericano obras clásicas

de la literatura universal y regional.

El proceso para definir la colección fue interesante y dispen-

dioso. Partimos del hecho de que una de las razones por las cuales

la literatura en nuestros países ocupa un lugar poco importante

en la vida de la gente, tiene que ver con la forma como se ense-

ña esta disciplina. La propia experiencia nos confirmaba que el

aprendizaje de la literatura no debía reducirse a la memorización

de los nombres de unos cuantos autores, de sus nacionalidades,

de las obras que los habían hecho merecedores de la fama. Tam-

poco a la repetición de una serie de fórmulas abstractas respecto

a escuelas, tendencias y épocas de la literatura. El proyecto par-

tía de la idea de que la mejor manera de formar a los estudiantes

en el gusto por la literatura era interesándolos por la lectura de

buenos libros.

Desde este punto de vista, la razón y el conocimiento son ape-

nas algunas de las múltiples posibilidades de acceder a los libros:

no se requiere de un aparato crítico muy sofisticado para descifrar

los secretos que las obras guardan para los buenos lectores.

Bajo estos principios surge la colección

Cara y Cruz,

cuyo

nombre tuvo que ver con el doble propósito de que en un mismo

volumen alumnos y profesores contaran con la obra en edición

completa (Cara), y varios ensayos (Cruz) que ampliaran sus posi-

bilidades de disfrute y comprensión.

Los ensayos se encargaron a autores de diferentes épocas;

con esto se llamaba la atención sobre la forma en que la obra ha

sido recibida por lectores de tiempos pasados y por lectores de

hoy. Siempre que fuera posible, se procuraba, además, que los

autores de estos estudios procedieran de latitudes diferentes, de

modo que los lectores pudieran percibir que la aproximación críti-

ca a una obra depende de las herencias y circunstancias cultura-

les. Pero, ante todo, se propiciaba que la

Cruz

extendiera una invi-

tación a la lectura, un canal para entablar conversación entre un

lector experimentado (el crítico), y otro que no lo es. La colección

Cara

y

Cruz