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16

BARATARIA

I

VOLUMEN VIII

NÚMERO

1

2010

Escribir es una larga construcción. Es eso lo que me

interesa. Que resulte equilibrada, que cada trocito

esté en armonía con el otro, que mi construcción sea

justa y elegante, que deje de mi una buena imagen,

un buen recuerdo.

F.H.D.: Uno de tus libros más elaborados a mi

juicio es

Ana Z., ¿dónde vas?

En él se conju-

ga un viaje físico y un viaje interior, y muchas

formas de viaje. También el simbolismo del co-

llar, el paso de la adolescencia a la adultez, la

referencia intertextual a la conocida historia de

Alicia en el país de la maravillas

, donde la

protagonista es una joven irreverente. ¿Puedes

hablarnos un poco de la figura femenina en tus

historias, esas mujeres a veces etéreas, frágiles,

pero con una gran fortaleza?

M.C.:

Ana Z

.

nació porque yo necesitaba una heroí-

na. Gran lectora desde pequeña, me hizo falta en

la infancia una heroína, un personaje que fuera un

poco como yo, de pelo largo y secreto valor, llena

de posibilidades a las que nadie daba importancia.

Una heroína que recorriera el mundo, aventurera

–tuve una, Yolanda, la hija del Corsario Negro, de

Salgari, pero era demasiado alejada de mi realidad–.

Para eso nació Ana, para llenar un hueco en mi

experiencia lectora, o para que no se repitiera el

mismo hueco para otras niñas. El collar, tan sim-

bólico, lo tuve yo, de pequeñas rosas, y se quebró.

Me acuerdo que cuando primero encontré a Ana

en mi imaginación, al borde del pozo, decidí que la

suya sería una historia

on the road

, algo como un

cómic lleno de aventuras. Y me encantó escribirla.

Iba a caminar por las mañanas al borde del mar,

llevaba un trocito de lápiz, unas hojitas de papel,

y solo veía a Ana, solo tomaba apuntes sobre Ana.

Ese personaje fue un regalo que me di. Un regalo

del que conservé una parte solo para mí: el dibujo

del rostro de Ana, que nunca pensé en publicar en

las ilustraciones, pero que necesitaba tener para

dialogar mejor con ella.

No puedo hablar de mis figuras femeninas, de las

mujeres que pueblan mis cuentos y mis libros.

Es un territorio tan íntimo, tan suavemente pal-

pitante que no lo quiero analizar. Los análisis los

hacen los otros, los generosos autores de las tesis

que recibo y que casi no leo, que no puedo leer

porque todo lo que era sangre se cambia en teoría

y me contamina.

Te puedo decir que soy una mujer orgullosa de mi

feminidad, que llevo en manos de mujer la cocina y

la vida. Que los miedos, tantos, nunca me impidie-

ron buscar lo que quería, y que lo que quería era a

veces mucho.

F.H.D.: Casi siempre te hacen preguntas acerca

de tu obra escrita, y poco se sabe, al menos fue-

ra de Brasil, acerca de tu obra como ilustradora.

Me gustaría cerrar esta entrevista recogiendo

un poco qué piensas acerca de la ilustración en

relación con el texto, ¿qué aporta, una atmós-

fera? ¿En qué divaga, cómo se transforma en

relación con lo escrito? Me parece sorprendente

encontrar un matrimonio tan redondo en libros

Te puedo decir que soy una mujer

orgullosa de mi feminidad

,

que llevo en manos de mujer

la cocina y la vida.