Previous Page  21 / 28 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 21 / 28 Next Page
Page Background

2010

NÚMERO

1

VOLUMEN VIII

I

BARATARIA 19

En otro momento de su en-

sayo, Wolf se pregunta: “¿Qué

pasaría si los grandes héroes

masculinos de la literatura occi-

dental fueran reemplazados por

mujeres?”.

¿Desde dónde se escribe?

Soy mujer. Soy feminista. Soy

escritora. Todos estos factores se

influyen unos a otros, aunque ig-

noro en qué forma. Intuyo que ser

mujer define en gran parte todo

cuanto hago; no sé, sin embargo,

si ser escritora y feminista me con-

vierte en una escritora feminista.

¿Cómo sería eso? ¿Mis personajes

femeninos serían superiores a los

masculinos? ¿Me impondría cier-

tos temas? ¿Me obligaría a decir

ciertas cosas?

Por otra parte, al pensar en

ello, me doy cuenta de que a ve-

ces me he rebelado contra el tra-

tamiento “femenino” de algunos

tópicos en la novela: la materni-

dad, la exploración explícita de

la sexualidad, el amor de pareja.

Son convenciones de la literatu-

ra escrita

para

mujeres, aunque

no siempre

por

mujeres y que,

me parece, acotan los temas. Yo

prefiero otras indagaciones y creo

que una de las exigencias más im-

portantes de mi oficio es intentar

ser

el Otro

.

Gustave Flaubert logró ser

Madame Bovary y Marguerite

Yourcenar tuvo la autoridad y

la sabiduría necesarias para ser

el emperador Adriano. William

Shakespeare fue todos. Me gusta

un gran general los había derrotado. Ignoraban, como lo ignoraban

los soldados que los habían vencido, que el general de la armadura

negra era una mujer.

Esta historia fue creada en China, en el siglo X, durante el

reinado de la dinastía Song, y existen muchísimas versiones. Mu

Lan es, sospecho, la tatarabuela de la mayoría de los personajes

femeninos que he escrito en mi vida. Lo que más amo de este per-

sonaje que condensa tantas virtudes femeninas y masculinas no

es tanto su sagacidad como estratega militar, sino la inteligencia

que le permitió sobrevivir en un país donde vestirse de hombre se

pagaba con la vida.

Encuentro con una observación de Christa Wolf

Hay hechizos minúsculos que suelen manifestarse cuando una

se pone a escribir. En este caso, al comenzar este artículo, alguien

muy querido me regaló un ejemplar de

Casandra

, de Christa Wolf.

Esta edición tiene la particularidad de incluir cuatro ensayos desco-

nocidos para mí. Abrí el libro y me encontré esta frase: “¿Hasta qué

punto se puede hablar de una

literatura femenina

? Desde el punto

en el que debemos admitir que las mujeres, por razones históricas

y biológicas, experimentan la realidad en forma distinta a la de los

hombres. Experimentan una realidad distinta y la expresan. Desde

el punto en el que debemos admitir que las mujeres no pertenecen al

grupo de los que dominan, sino que son dominadas y que han sido

sojuzgadas durante siglos”. Fue como si Wolf me regalara este párrafo

para comenzar a escribir mi artículo sobre el feminismo y lo femenino

en la literatura infantil y juvenil.

Wolf abunda, sin estridencias, sobre el tema de la mujer en la

literatura, partiendo de

La Ilíada,

la piedra angular de la literatura

occidental, y añadiendo algunos pormenores de la

Poética

de Aristó-

teles, pues este afirma en el libro XV que los personajes femeninos

no

deben ser muy inteligentes

porque resultarían “alarmantes”. Casandra,

figura que aúna elementos tradicionalmente considerados femeninos,

se opone a lo masculino, representado por Apolo y Aquiles. Casandra

es alarmante: rebelde, busca su camino, se niega a complacer al dios

y vislumbra el futuro. Más alarmantes, sin embargo, son los protago-

nistas masculinos del poema: ¿no comienza todo con la descripción

de la ira tanto del guerrero como la del dios?

Canta, oh, diosa la cólera

del Pelida Aquileo

, dice Homero en la rapsodia primera. En ella tam-

bién nos cuenta cómo iba Apolo

parecido a la noche

y disparaba sus

flechas de plata,

sus amargas saetas a los hombres y continuamente

ardían muchas piras de cadáveres.