

de hecho podríamos definir el tipo de literatura que
leerá un consumidor del canal televisivo
Cosmopoli-
tan
y uno de
AXN
o el de aquel que prefiere los jue-
gos de Mario, los Sims o los de Fantasy. Son afirma-
ciones que nos llevan a definir el nuevo lector por el
rasgo más común que no es otro que el del consumo
de narrativas que circulan bien por la consola, la te-
levisión, el libro, el ordenador o el cine.
Los mediadores fácilmente podemos entender de
qué manera afectan esta nueva dimensión de lectura
a la enseñanza, la mediación o la lectura de la litera-
tura canónica. Justamente, una materia caracterizada
por el arraigo a un territorio que percibe la realidad
a partir del yo escritor, insertado e influido por una
época determinada, cuyo estilo es una consecuencia
de los usados con anterioridad y que conformará los
usos del futuro. Por lo tanto, el nuevo lector nos si-
túa en un nuevo eje cultural distinto: “Lo que hay de
nuevo hoy en la juventud, y que se hace ya presente
en la sensibilidad del adolescente, es la percepción
aún oscura y desconcertada de una reorganización
profunda en los modelos de socialización: ni los pa-
dres constituyen el patrón-eje de las conductas, ni la
escuela es el único lugar legitimado del saber, ni el
libro es el centro que articula la cultura” (Martín-Bar-
bero 2002). Muchos responsables del libro, en mayor
o menor medida, tienen en cuenta este tipo de lector.
De hecho, cada vez más nos encontramos con relatos
pensados para ser llevados al cine, juego audiovisual,
serie de televisión o libro informativo que conducen a
entender el verbo leer de una nueva forma.
Sin la tutela del mediador
Si tradicionalmente el libro ha funcionado en el cir-
cuito escolar (lo que provocaba un sistema de comu-
nicación literaria específico que representábamos
como Lluch 2004), en la actualidad las editoriales
han ensayado diferentes estrategias cuyo cambio
más importante es la desaparición del antiguo me-
diador-educador y la transformación de las tareas
Dieciocho años después, los adolescentes for-
man parten del universo lector y son un cliente que
tienen en cuenta los mediadores involucrados en la
animación lectora y los agentes del sistema de co-
mercialización del libro. Un lector cuyo modelo
contemporáneo se distancia de la figura del mucha-
cho raro y solitario, para ser sustituido por el de una
persona que busca vivir nuevas emociones y que las
encuentra en la pantalla del cine, de la televisión,
del computador o de las páginas de un libro. Cuan-
do las encuentra en el libro, éste se convierte en un
elemento más del consumo cultural: sus portadas se
confunden con las carátulas de los discos compactos
musicales, de los DVDs, de los juegos de ordenador,
de los catálogos de moda, de las revistas juveniles y
todos forman un paquete estético para el deleite del
consumo adolescente. Pero vamos a desmenuzar al-
gunas de las características de estas lecturas.
Libros para muchos lectores, libros para
nuevos lectores
No es extraño que cuando un neófito ojea las colec-
ciones para jóvenes le llame la atención la estética y
el estilo de los textos de las portadas pero también la
cantidad de traducciones, de libros escritos en otras
lenguas y desde otras culturas. Tal vez deberíamos
recordarle que la globalización es una característica
intrínseca de las nuevas culturas y la consecuencia
primera es la necesidad de crear libros para muchos
lectores.
Los sociólogos de la cultura Janine y Greg
Bre-
mond (2004: 37) afirman que: “La concentración y
la mundialización de la edición transforman el libro,
objeto esencialmente cultural, en mercancía ordina-
ria, que obedece a las mismas reglas de producción
y comercialización de los productos industriales.
Decir que el libro es una mercancía significa que la
decisión de editar se hace únicamente sobre criterios
de rentabilidad. En el contexto actual, esto significa
que la empresa utiliza todos los medios de influencia
para la comercialización y que el libro en sí mismo
se construye dentro de una lógica del
marketing
”.
Y esta lógica tiene en mente un nuevo lector: nos
referimos a un adolescente que ya no construye su
identidad cultural a partir de la pertenencia a una
cultura o a una nacionalidad concreta. El nuevo lec-
tor construye su personalidad a través de sus gustos
musicales, su canal (temático) de televisión, su tribu,
El nuevo lector construye su
personalidad a través de sus gustos
musicales, su canal (temático) de
televisión, su tribu.
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BARATARIA
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VOLUMEN V • NÚMERO 1 • 2008