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BARATARIA
NÚMERO 16 •
2015
Hablemos de libros
La lluvia sabe por qué
María Fernanda Heredia. Norma.
La soledad y el aislamiento en la adolescencia, adultos que no comprenden
y no escuchan, la crueldad de los grupos, ser víctimas de ataques o padecer
violencia física son temas recurrentes en la literatura juvenil, al menos en los
últimos años. A veces los tópicos se repiten pero la seducción que ejerce una
ficción sobre el lector tiene que ver con esa manera de entramar aquello que
se cuenta. En esta novela, el lenguaje, los recursos narrativos, el armado de
la historia hacen que la temática pase a segundo plano. La construcción de
mundos íntimos que el narrador consigue permite que esa escritura subsista
en el lector aún finalizada la lectura. El clima por momentos despierta opre-
sión. Por otros, logra equilibrar gracias a la serenidad de los personajes, la
búsqueda de un espacio que los ayude a transitar lo que padecen, los enamo-
ramientos (también lo que se hace por pasión) y los encuentros verdaderos.
Lucía es víctima de una “broma” que le hacen sus amigas al tomarle una foto
casi desnuda y mandársela al chico que le gusta como si fuera ella; y esa foto
empieza a circular por las redes sociales multiplicándose de manera siniestra.
Antonio vive con sus tíos porque su madre trabaja en el
extranjero. El tío lo violenta física y verbalmente. Antonio
y Lucía se cruzan por primera vez en un colectivo y uno
de ellos insistirá en provocar esos encuentros porque
sabe que ambos lo están necesitando. Un taller de joyas
hippies (o diseño de bijouterie y joyería étnica) al cual
llegan con total desinterés será el espacio para “desanu-
dar” esos nudos de la vida, que siempre necesitan de
manos sabias que ayuden a desatar.
Los días grises y la lluvia tienen una presencia cóm-
plice, sensible y adversa.
S
andra
C
omino
Reseña originalmente publicada en la revista
Planetario
RESEÑAS