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BARATARIA
NÚMERO 14 •
2012
Los libreros exhibían los títulos entre las novedades, y los asiduos
a las librerías los adquirían atraídos por su contenido serio y diver-
so. No sobra comentar que muchísimos de los títulos aparecidos
generaron comentarios, críticas, reseñas y artículos en periódicos
y revistas nacionales y latinoamericanas. Este interés suscitado
entre críticos, lectores, profesores y estudiantes hizo que la co-
lección se convirtiera en un punto de referencia, una brújula que
indicaba que se iba por buen camino.
Cara y Cruz
logró que autores que estaban completamente ol-
vidados recobraran interés y se difundieron otros que sólo eran re-
conocidos en sus propios países. De este modo, se creó conciencia
entre los estudiantes respecto a que la literatura latinoamericana
no había comenzado con los autores del
boom
y que tampoco ter-
minaba con ellos.
Los 120 títulos que se publicaron durante esa etapa mostra-
ron un abanico muy variado en cuanto a nacionalidades y épocas.
Hay, sin embargo, lagunas importantes: no están algunos clásicos
griegos, faltan clásicos latinos y el número de autores españoles es
muy reducido, lo cual es grave.
Una de las mayores dificultades que implica apostar por los
clásicos tiene que ver con su nivel de recepción entre el públi-
co contemporáneo. Muchos de estos libros se han impuesto en
el tiempo por su calidad literaria y el hecho de que han marcado
nuevos paradigmas literarios.
Cuidadas ediciones como las que hemos logrado, con traduc-
ciones más cercanas y aproximaciones al contexto de las obras,
indudablemente han dado una nuevo impulso a estos clásicos.
Haciendo un balance de la receptividad de esta propuesta,
se puede decir que a pesar de que fueron muchos los vacíos, el
objetivo inicial de incidir en la manera de enseñar la literatura
se cumplió y Editorial Norma jugó un papel importante en este
proceso.