

con lo consabido, salirse del cauce común. Cuando se
piensa en la literatura que leen quienes inauguraron
hace muy poco su biografía lectora, hablar de estas
rupturas o proponerlas puede sonar hasta cierto pun-
to paradójico. Los lectores infantiles en la práctica,
por lo general, no se cuestionan ni temen demasiado
a los textos que trastocan lo
establecido; por el contrario,
si se los habilita proporcio-
nándoles una experiencia
estética que sacuda sus in-
cipientes seguridades, sue-
len abordarla sin prejuicios
y dispuestos al juego que se
les propone.
Sin embargo, como la li-
teratura infantil se caracteri-
za por una fuerte mediación
por parte de los adultos que
comienza por una actividad
clave
—
la selección de los
textos
—,
se vuelve necesario reflexionar acerca de
las vías que hacen posible la apertura a tales libros
y experiencias de lectura. Nuestra propuesta supo-
ne, entonces, la inclusión de una literatura que deli-
beradamente sacuda las tranquilidades, que genere
nuevas preguntas en lugar de cerrarlas; una literatura
del desafío que conviva saludablemente con otros
textos cuya potencia no obedece necesariamente a
la ruptura con modelos establecidos.
Así como existen libros desafiantes, también exis-
ten formas de leer desafiantes. La coexistencia de
ambos factores es determinante ya que, por dar un
ejemplo, un libro que se caracteriza por su audacia
puede ser leído en una clave que reduzca su polise-
mia y limite sus posibilidades de significación a una
interpretación preestablecida. Por otra parte, un libro
que se atenga a ciertas convenciones formales puede
ser leído por medio de conexiones y caminos insos-
pechados que desafíen prácticas de lectura literaria
ritualizadas. En pocas palabras, un libro desafiante
no garantiza una lectura desafiante y, de la misma
manera, un libro canónico puede ser leído de una
manera innovadora.
De todos modos cabe destacar que no son estos
libros (los que sacuden las maneras convencionales
de narrar, de ilustrar o de nombrar poéticamente al
mundo) los que abundan en la producción y difusión
de la literatura para niños. El encasillamiento en for-
mas y temas que reiteran lo conocido, amparado en
una representación sobreprotectora de los lectores
infantiles, se convierte en una barrera en el camino
necesariamente sinuoso de la lectura.
La siguiente aproximación a textos desafiantes es
un recorte posible que se apoya en el doble juego que
intentamos describir: el del encuentro de libros que
desacomodan con lecturas
que sacuden las comodida-
des. Lecturas que se detienen
maravilladas en una cafetera
como si la vieran por primera
vez.
Si hablamos de libros no
convencionales, parece toda
una paradoja que incluyamos
a los clásicos. Históricamen-
te los cuentos tradicionales
fueron censurados por ser
considerados crueles, es-
catológicos, excesivamente
fantasiosos e inmorales. Las cosas cambiaron con el
tiempo. Sin embargo, también es cierto que sobre los
cuentos tradicionales siguen operando criterios de
selección ocupados en filtrar aquellos relatos cuyos
contenidos pudieran contradecir las ideas vigentes
acerca de lo adecuado para un destinatario infantil;
mientras de los cuentos más conocidos se difunden
adaptaciones, la mayoría de las cuales son obedien-
tes a tales preceptos oficiales. También los textos de
autores del siglo XIX, como los cuentos de Andersen,
las Alicias de Lewis Carroll,
Las aventuras de Pino-
cho
de Collodi, son objeto de tales operaciones de
adaptación.
Tomemos por ejemplo
Las aventuras de Pinocho.
Collodi es autor de una novela que originalmente fue
publicada en capítulos en un periódico para niños.
Posee muchas de las características del relato por en-
tregas; incluso sus contradicciones pueden explicarse
a partir de este género. Esta novela, a la que habi-
tualmente se le cercenan capítulos enteros para ser
transformada en un cuento breve, ofrece elementos
Nuestra propuesta supone la inclusión
de una literatura que deliberadamente
sacuda las tranquilidades, que genere
nuevas preguntas en lugar de cerrarlas.
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2007 • NÚMERO 2 • VOLUMEN IV
•
BARATARIA