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BARATARIA
I
VOLUMEN VI
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NÚMERO
2
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2009
otra. Y siento que lo que ha influido es el humor,
porque les gusta, siempre les hace gracia, anécdotas
como la bolsa de orines que le cayó a Arturo en el
estadio… De hecho, una vez un niño me preguntó
que por qué me gustaban las malas palabras, pues
pensaba que las palabras como “mocos” u “orines”
eran malas. Los chicos se identifican con las malda-
des de Arturo y se vuelven cómplices. Yo siempre les
digo que levanten la mano los que son hiperactivos
y a los que lo hacen, los felicito… ¡Las maestras me
vuelven a ver con unos ojos! [Ríe.]
A. M. N.: El tema de la discapacidad, con Dora la
lora y Chico Perico, ha marcado su carrera. ¿Qué
la incentivó a pisar este delicado terreno?
L. R.: Yo soy discapacitada, tengo Síndrome de
Tourette, y entonces me dije que tenía que empezar
a ayudar a los que tienen el síndrome como yo. Des-
pués me puse a ver que había otras enfermedades
dignas de mencionar, por lo que dediqué dos libros al
tema de la discapacidad:
Aventuras de Dora la lora y
Chico perico
y
Nuevas aventuras de Dora la lora y Chi-
co perico
. Por mi problema supe que era importante
escribir sobre este tema; no hubiera muerto tranquila
sin dejar algo para ayudar a la discapacidad.
A. M. N.: Ha abarcado temas totalmente diferen-
tes en sus libros. ¿Cómo logró trazar esa línea
de extremo a extremo?
L. R.: Una vez fui al dentista y él me preguntó qué
estaba escribiendo, le dije que sobre los cabécares
y me preguntó que qué era eso. Me dejó muerta
pensar que todo un profesional no sabía qué era un
cabécar. Entonces, me di cuenta de que había una
laguna inmensa de desconocimiento sobre nuestros
indígenas y me convencí de que era un camino que
tenía que abrir para enseñarles a los niños sobre
las diferentes etnias. Así fue como surgió
Mo
. Con
La música de Paul
, estaba yo en la playa y me en-
contré un niño recogiendo leña; le pregunté que si
era para la mamá y me dijo que no porque no vivía
con ella, sino con la abuela. Le pregunté entonces
si vivía con el papá y me dijo que no, pues él tenía
otra familia y sólo lo iba a visitar dos veces al año.
De ahí empezó la historia para
La música de Paul
.
Este libro sí tiene más fantasía, pero la idea original
surgió de una historia real.
A. M. N.: ¿Sus nietos han tenido que leer sus
libros en la escuela? ¿Les ha ayudado o los han
leído solos? ¿Cómo han sido esos momentos?
L. R.: Sí, claro que los han leído, pero la mayoría
solos. Con los que tuve la oportunidad, incluso fui a
sus escuelas a leer y mis nietos, muy curiosamente,
me preguntaban si era cierto que Arturo era “el tío
Rudy”… Ha sido muy gracioso. Tengo una nieta de
11 años que escribe ¡y la maestra le dijo que iba a
ser mejor que la abuela! Así que ahí está el apéndice
de la familia.
A. M. N.: ¿Cómo volver la mirada de los niños ha-
cia las páginas de los libros y no tanto a la televi-
sión y a los juegos de video? ¿Qué recomienda?
Los papás y mamás también tienen
que leer y en las casas debe haber
una biblioteca, ¡pero no de adorno!