Fake news en redes sociales: cómo identificarlas y guiar el pensamiento crítico de nuestros hijos  

por | Mar 12, 2024

La mayoría de la información que consumimos hoy día circula a través de redes sociales, como Facebook y WhatsApp, sin que con ello se garantice su veracidad, o el que haya sido tratada por un(a) “profesional de la información” o periodista (Consejo de Redacción [CdR], s.f.).  

Si bien, las redes sociales han facilitado el acceso a la información a tal punto que, a veces, podemos sentirnos sobresaturados, lo cierto es que mucha de la información que circula es falsa. Esto nos lleva a enfrentar lo que se conoce como el fenómeno de la desinformación.  

Las llamadas “noticias falsas” o “fake news” son aquellas cuyo contenido se entrega como cierto, sin serlo o, al menos, no del todo. Dentro de estas, podemos encontrar variaciones, en cuanto al grado de veracidad de la información:  

  • Existen las que se basan en datos verdaderos, pero que omiten información de contexto clave para su interpretación.  
  • Existen las que parten de datos verdaderos y cuyo contexto de interpretación es válido, pero que conducen a afirmaciones o conclusiones erróneas o definitivas cuando aún el tema está abierto a discusión.  
  • Y existen las que son completamente falsas, al contradecir de lleno la realidad.   

¿Cómo enseñarles a nuestros hijos e hijas a identificar las fake news que circulan en redes sociales?   

Dado que las fake news suelen fabricarse bajo intenciones poco honorables, que buscan provocar emociones y/o generar en un público acciones o reacciones específicas, es importante que los niños, las niñas y los(as) adolescentes cuenten con herramientas para combatir la desinformación, que podría llegar a sus manos a través de redes sociales.  

Es por ello, que hemos adaptado las siguientes recomendaciones:  

  1. Enséñales a discernir quién puede ser una fuente confiable, y quién no… 

Revisar quién es el autor o la autora de la información es el primer paso para decidir creer o no en los contenidos que circulan en redes sociales. En periodismo, suele emplearse el término de “fuente de autoridad” para determinar la legitimidad de la información, en función de quien la emite. Así, un futbolista es una fuente de autoridad para hablar de fútbol; pero, no lo es, por sí mismo, para hablar sobre la realidad política nacional.  

Bajo esta lógica, la pregunta que niños(as) y adolescentes deben hacerse al recibir cualquier información es: ¿quién dice lo que dice?  

Sumado a ello, es necesario rastrear la información del mensaje para, entre otras cosas, determinar si ese alguien es quien dice ser: ¿acaso de trata de una cuenta verificada? En ocasiones, el número de seguidores y la fecha de creación de una cuenta puede ayudarnos a determinar si se trata de un perfil falso. ¿Qué información me genera una búsqueda rápida en Internet, sobre la persona o institución que se acredita la autoría del mensaje?  

  1. Ayúdales a poner en contexto aquello que se dice…  

El lugar, sea físico o simbólico, desde donde se formula un contenido, hace parte del mensaje que se transmite, pues su interpretación estará atada a su contexto. Por ejemplo: no es lo mismo afirmar que está haciendo frío, si me encuentro en Santa Marta o en Pasto. Su connotación es diferente. Que haga frío en Santa Marta podrá ser interpretado como algo extraordinario o por fuera de lo normal… tal vez, dicha afirmación esté vinculada a un cambio climático abrupto (lo que haría parte del contexto), o a la sensación de calor que pueda percibir una persona acostumbrada a temperaturas más altas (en cuyo caso estaría involucrado el quién). Que haga frío en Pasto, por el contrario, podrá ser interpretado, en principio, como algo dentro de lo normal o cotidiano.   

La pregunta que niños, niñas y adolescentes deberán hacerse en este caso será: ¿cuál es el contexto de lo que se dice?   

  1. Llévales a contrastar aquello que se dice, con su propia realidad y experiencia… 

El mensaje por interiorizar en este caso sería: “vale la pena que no te quedes con una sola versión de los hechos”. Se dice que hay tantos puntos de vista, como personas hay en el mundo. La realidad es diversa y está llena de matices. Es por ello por lo que el ejercicio de contrastar la realidad resulta fundamental para no creer ciegamente en un contenido o mensaje, y evitar replicarlo.   

Consultar diversas fuentes, conversar sobre lo dicho, escuchar distintas opiniones y preguntar sobre lo aprendido son prácticas que pueden ayudar a tus hijos e hijas a nutrir su mirada sobre un suceso en cuestión y, en este sentido, “no ser presas fáciles” de la información que circula en Internet. La pregunta que deberán hacerse niños(as) y adolescentes en este caso será: ¿Qué tan cierto es eso que se dice? 

¿Por qué es relevante que nuestros hijos e hijas desarrollen un pensamiento crítico? 

Combatir la desinformación no es, o no debería ser, una tarea aislada del proceso de aprendizaje de niños, niñas y adolescentes. 

Aquello que se conoce como pensamiento crítico no es más que una habilidad adquirida dentro del grueso de la comprensión lectora, para “comprender lo que se lee y poder establecer una postura analítica frente a ello”, en palabras de nuestro consultor nacional de Literatura Infantil y Juvenil (LIJ), Cesar Huertas.  

Más allá de nuestra corriente ideológica, de nuestras creencias o inclinaciones, la información es un recurso para la toma de decisiones en nuestra vida. Desde qué medias usar, hasta qué carrera cursar o en qué colegio estudiar.  

Aprender a darle un lugar a la información que recibimos día a día, en términos de relevancia, trascendencia y veracidad, se hace necesario para gestionar la influencia de las redes sociales en lo cotidiano, y para aprender a sacarle provecho a Internet, como la herramienta que es.   

Referencias bibliográficas 

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