Revista El Educador Julio 2020
5 el educador Quizá el virus no distinga entre clase social, raza, género o lengua, pero está claro que las consecuencias sociales, laborales y económicas de la enfermedad afectan mucho más a los vulnerables. Modalidades Enseñar y aprender por internet no es novedad. La educación a distancia precedió a la red. Mu- chos profesionales obtuvieron su título con li- bros de texto que llegaban por correo postal, con trabajos mecanografiados enviados por carta y tutorías telefónicas, además de exámenes pre- senciales. La llegada de internet multiplicó las posibilidades materiales de acceder a recursos actualizados, multimedia e interactivos, además de mejorar y ampliar el contacto con el docente. A medida que ganaban rapidez y estabilidad las redes, se desarrollaban equipos, plataformas y recursos, y docentes y alumnos nos familiariza- mos con este entorno; muchas prácticas educa- tivas fueron digitalizándose. Hoy, seguimos cur- sos masivos y abiertos por internet (MOOCS), de muchas universidades prestigiosas o de re- conocidos especialistas de nuestro ámbito. Pero estamos hablando siempre de educación virtual, íntegramente digital, en la que faltan el contacto físico o la emoción presencial. En este momento, el foco está en otra modalidad, la mezclada ( blended ) o híbrida, que combina ho- ras de clase cara a cara con el aprovechamiento de los recursos digitales. Muchos centros están dotados de plataformas comerciales (Blackboard) o de código abierto (Moodle), de servicios aparen- temente gratuitos (Google Classroom, Edmodo, webs de editoriales), que consiguen sus ingre- sos por publicidad o vendiendo nuestros datos. Actualmente, muchos centros disponen de un Moodle u otro “entorno virtual de aprendizaje”. En estas plataformas, docentes y aprendices (o sus familiares, si son pequeños) comparten re- cursos y solucionan las incidencias del día a día. Nadie discute hoy la utilidad y eficacia de este espacio en la nube, que agiliza la gestión admi- nistrativa que acompaña a la educación. En este punto, llegan mis primeras preguntas de reflexión: ¿qué debe hacerse en línea y qué, cara a cara? ¿Cuáles son las ventajas de educar en cada contexto? ¿Cuáles son las diferencias? Para ser honestos, todavía no podemos elegir con total libertad. En junio, en muchos lugares, la COVID-19 obligó a dar clases forzosa e íntegra- mente en línea, y el riesgo de futuros rebrotes exige planificar nuevos cursos con reducción de la presencialidad: aulas al 50 % del alumnado, grupos divididos, apertura de salones nuevos, horarios y turnos alternativos, contratación de más docentes… Todo un calvario. Sin embargo, cuando dejemos de padecer esas circunstancias, cuando podamos decidir solo por criterios psicopedagógicos, ¿qué haremos
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