Revista El Educador Julio 2020

15 el educador La experiencia, en palabras de Gonzalo Quiroz, ha sido enriquecedora porque “cada docente trata de dar lo mejor posible, y los estudiantes están aprendiendo y desaprendiendo el uso de las redes sociales y de las plataformas educa- tivas para ponerlas a su servicio”. ¿Y los padres de familia? “Algunos me han manifestado que se equivocaron cuando, en la casa, compraron tres teléfonos en vez de un computador con una buena conectividad. De todas maneras, en estos momentos, cualquier implemento que sirva para mantenerse informado es útil”. Con las circunstancias afloran las estrategias. Jor- ge Torres Díaz, rector del Colegio Metropolitano de Soledad 2000, identifica las que han tenido mejores resultados en su institución: motivar a los docentes, fomentar su disciplina, estimular el uso de estrategias didácticas relacionadas con la tecnología virtual, impulsar la búsqueda de recur- sos pedagógicos que no eran utilizados anterior- mente, recurrir a la lúdica para facilitar la obten- ción de resultados, fomentar la autogestión en los alumnos y hacer un seguimiento de sus estados emocionales, así como del clima educativo en sus hogares. Y resalta el apoyo de los coordinadores y funcionarios en teletrabajo, quienes han pasado a escuchar, orientar y mantener contacto diario con los padres de familia. Reaprender y, sobre todo, desaprender . Sí, por- que se trata de incorporar nuevas prácticas y tecnologías, pero también de examinar nues- tras creencias sobre ellas. Por ejemplo, según Damaris Prieto, profesora de lenguaje de la IED “Educar desde la casa”, afirma Gonzalo Qui- roz, rector del Colegio Nacional Loperena, “tanto para docentes como para estudiantes, es cambiar 180 grados las metodologías”. República de China, el que los estudiantes usen el celular día a día no significa, necesariamente, que sepan de herramientas tecnológicas. “Tuvi- mos que enfrentarnos a una práctica pedagógica basada en lo que todos suponemos que cono- cemos de la tecnología, pero que fue necesario volver a revisar”. Y va más allá, ya que en su opinión esta nueva forma de educar ha fomen- tado “la responsabilidad; el desafío de crear; de enfrentarnos a una pantalla vacía que nos per- mite entender situaciones de vida del otro; de preocuparnos no solo por orientar los procesos, sino por saber qué sienten nuestros estudiantes, sus familias y cómo, entre todos, nos ayudamos para flexibilizar la educación”. “Aunque parezca

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