Nunca como ahora, la sociedad se ha preguntado por el impacto de la educación y su relación directa con la vida humana y de su ecosistema. Preguntas como ¿qué es la educación? y ¿cómo educar en nuestros tiempos?, no superan las reflexiones sobre educar para la felicidad.
Mejores resultados en la dinámica de la felicidad
Par contextualizar un poco, las noticias impactan con el incremento de situaciones de riesgo para la comunidad educativa como las deserciones, el acoso escolar y peor aún, los suicidios de adolescentes. En Colombia, según el Instituto Nacional de Salud, la clasificación que presenta SIGIVILA muestra 128 casos en el grupo de edad entre los 0 y los 9 años. Con mayor frecuencia entre los niños con 83 casos y 45 en niñas, en lo corrido del año 2023.
Buscar la felicidad no es una moda, la felicidad no es un bien material a la que se llega por fortuna o lotería, sino la actitud continua de un camino de introspección o de encuentro consigo mismo para vivir en plenitud o armonía.
Desde la educación, búsqueda de la felicidad convierte en una imperiosa necesidad si queremos atender las bases de la neuroeducación en la cual el estado de ánimo y la atención se mejoran si el estudiante vive feliz: estar más activo, más saludable, cada día mejor relacionado con sus pares, favorece el aprendizaje y también ayuda a los docentes al crecimiento de la calidad de la educación en la institución.
Educar para la felicidad conduce a un mejor desempeño académico y especialmente al desarrollo emocional de los estudiantes.
Bajo este panorama, los directivos y docentes buscarán responder creativamente desde sus roles en procura de esos momentos de felicidad y alegría para sus estudiantes. Aquí algunas líneas de trabajo que pueden implementarse.
· Agradecer:
Dar siempre las gracias por todo, incluso por los malos ratos, las pérdidas, las dificultades. Los estudiantes volverán un hábito si están dispuestos a superar las crisis con pensamientos de nuevas posibilidades, de oportunidades y con una actitud positiva de la vida. El agradecimiento no sólo debe ser por las cosas materiales, sino también por las relaciones sociales, la salud y la relación con el mundo espiritual cercano a sus propias creencias.
· Auto cuidarse:
Procurar actividades que incentiven el cuidado de la salud física y emocional como un camino cierto para vivir en felicidad. Las prácticas de higiene y medidas de prevención como la higiene del sueño, la sana alimentación y el deporte, animan el deseo de autocuidarse.
· Aprender en equipo:
Aquí se requiere el apoyo coordinado de los distintos actores en la comunidad escolar, como ejemplo, encontramos el caso publicado el portal web Educación 3.0 titulado: “La felicidad en la escuela, una prioridad”.
· Contar con un propósito de vida:
Ejercitarse en encontrar un propósito de vida y alcanzarlo puede ser una tarea permanente dentro y fuera del aula. Que cada estudiante busque conscientemente qué lo hace feliz, cómo puede ocuparse en ello y lograrlo es ya un indicador que el proceso de enseñanza-aprendizaje está alcanzando sus resultados. Ikigai, la ciencia japonesa arroja un plan de trabajo concreto que bien podría implementarse con los alumnos.
En síntesis, todo aquello que se realice desde lo pedagógico, en el aula y en familia para favorecer la actitud de plenitud y armonía, son acciones bienvenidas en cualquier hora en el momento de educar.