Revista El Educador Julio 2020

17 el educador centes han desaprendido en la planeación y en la forma de evaluar. Ya por la educación virtual, la evaluación es más formativa, más representa- tiva de la participación de los alumnos, aunque eso con el tiempo pueda modificarse”. “No pode- mos quedarnos sujetos a talleres y cuadernillos”, complementa Óscar Altamirano, “y trasladar lo que pasaba en el aula real a las herramien- tas virtuales. No podemos seguir ofreciendo el desarrollo y la devolución de guías para buscar notas, ni reducir la evaluación simplemente a elementos de calificación. Allí tiene que haber un profundo sentido de lo integral ”. La evaluación integral trasciende la académica porque, como explica el hermano Leandro Vallejo, “hemos visto que es fundamental acompañar los procesos de formación emocional y de formación humana. Es importante poner énfasis en que el uso de la tecnología nos permitirá obtener otros canales para hacernos entender, para interactuar, inclu- sive para repensar la forma como evaluamos y qué evaluamos”. Por último, la mayoría coincide en que la trans- formación no debe limitarse al ámbito del aula. Si bien, como señala Gonzalo Quiroz, “el reto de la educación del siglo XXI es desarrollar compe- tencias a través de la virtualidad”, también debe extenderse a lo institucional. “Es importante”, amplía el hermano Leandro Vallejo, “manejar unos núcleos formativos claros y, ante todo, el propósito educativo. Que se vea permeado des- de la organización hasta el momento de la inte- racción entre el docente y el estudiante”. Y como aclara Óscar Altamirano, debe partir del Estado: “Hay que tener en cuenta todos los ingredien- tes sociopolíticos y económicos: conectividad, empleo, economía. La prioridad hoy es la vida, la preservación de la salud y, en muchas casas, lle- var el alimento, el pago de un arriendo. También, hay que mirar cómo se da el juego entre lo pú- blico y lo privado”. Desde esta intersección, Jorge Torres expresa su preocupación por el porvenir de los colegios privados populares (que atienden a niños de estratos bajos). Y enfatiza: “En el fu- turo, con estas nuevas formas de educación, se agudizará la brecha entre los alumnos que tienen los recursos y los que no los tienen. La desventa- ja será enorme en el conocimiento y en las opor- tunidades”. O como subraya Damaris Prieto: “Me parece de suma importancia que la desigualdad social sea una prioridad para el gobierno. Puede sonar utópico, pero saltando esa brecha, la edu- cación del futuro podría ser mejor, aun en una contingencia como la que ahora se nos presenta, si los estudiantes de colegios públicos y privados tuvieran las mismas condiciones. La educación es un derecho, no un privilegio”.

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