Como padres de familia o cuidadores, estamos cada día más interesados en que nuestros hijos cuando asisten al colegio sean mejores personas, más instruidos y mejores ciudadanos. Y soñamos con una educación diferente a la que tal vez tuvimos nosotros hace algunos años; una educación sustentada en los avances de la ciencia y otras disciplinas como la psicología, la pedagogía, y también, la tecnología.
Este sueño se dibuja en la esperanza de un futuro de bienestar y éxito para nuestros hijos, por eso, estamos atentos a cada una de las actividades y formas como en el aula y en el colegio se desarrolla este proceso de aprendizaje. Y es aquí cuando muchos padres e incluso docentes, se preguntan cómo lograr una educación exitosa, sin limitarnos en los métodos convencionales.
Una formación exitosa comprende que el aprendizaje es para toda la vida y que aprender a aprender, es la ruta en la cual podemos acompañar a nuestros hijos.
Y para aprender a aprender, aparece nuestra mejor aliada, la neuroeducación, o también conocida como neurodidáctica, es una ciencia que se fundamenta en los conocimientos del funcionamiento del cerebro para aplicarlos en la educación, es decir, a ese proceso de enseñanza y aprendizaje que nuestros hijos viven en su día a día escolar. Según la neurodidáctica aprendemos más cuando hay emoción, cuando experimentamos y descubrimos con asombro lo propio de cada campo del conocimiento.
Bajo este esquema de aprender a aprender, conviene comprender cómo funciona el cerebro de nuestros hijos durante los procesos educativos, esto nos permite diseñar estrategias pedagógicas de manera precisa y efectiva. Esta disciplina no solo nos proporciona un conocimiento más profundo sobre cómo se le facilita el proceso de aprendizaje, sino que también nos guía hacia métodos de enseñanza que nutren el desarrollo cognitivo de manera integral.
Por ejemplo, en las instituciones educativas los docentes utilizan diferentes metodologías, como el Aprendizaje Basado en Proyectos, en los cuales los estudiantes participan desde la génesis del proyecto hasta su culminación, utilizando recursos para desarrollar el pensamiento crítico, el trabajo colaborativo y la orientación al logro; cada una de estas fases están permeadas por la atención, la emoción y el proceso cognitivo.
Por un momento, pensemos en lo que la neurociencia nos indica de la plasticidad cerebral, esa capacidad de adaptación y de renovación de las conexiones neuronales durante toda la vida que nos permiten aprender siempre, y para lograrlo necesitamos factores como los ya mencionados: la emoción, la capacidad de asombro y la actitud con que asumimos el aprendizaje.
En consecuencia, con esta perspectiva debemos compenetrarnos con el trabajo que nuestros hijos realizan en el aula. También, de la forma como participan de la experiencia o se aíslan de las actividades académicas, y si cuentan con los recursos necesarios para desarrollar tales habilidades en sus clases. Ya no basta con asegurarles un buen colegio y entregarles las mejores herramientas tecnológicas; se nos exige que estemos atentos a sus pensamientos, emociones y sentimientos; y el modo como experimentan su vida escolar.
A continuación, te dejamos algunas recomendaciones de cómo potenciar el desarrollo y el aprendizaje de tus hijos con la ayuda de la neurodidáctica.
- Estimular la actividad física y el ejercicio: su ejecución diaria favorece el aprendizaje, forma hábitos y valores del cuidado de su la salud y la higiene corporal.
- Promover entornos de interacción y participación social: la comunicación, la interrelación con los demás y la autoestima influyen en el aprendizaje y en los resultados que están más allá de las calificaciones finales.
- Animar la formación artística en cualquiera de sus manifestaciones tiene un efecto muy favorable en el aprendizaje, en el desarrollo de habilidades sociales y especialmente en el ámbito emocional y cognitivo.
- Y, sin ser lo último, hagamos que nuestros hijos nos participen con emoción de sus aprendizajes más significativos del colegio, manifestemos nuestra atención y aprendamos también con ellos.
Reflexionemos sobre estas ideas y seguramente alcanzaremos con nuestros hijos ese aprendizaje que soñamos para toda la vida, bajo la dinámica constante de aprender a aprender. Nuestro cerebro aprende cuando se emociona y si recreamos espacios que favorezcan el aprendizaje, el pensamiento crítico y la lectura estaremos entregando a nuestros hijos una gran fortuna para su crecimiento personal y profesional.