Revista El Educador Julio 2020
coinciden en el tiempo, y comunicación asíncro- na o asincrónica , en la que no hay coincidencia. Participar en una videoconferencia, un chat o un videojuego son actividades síncronas porque los interlocutores coinciden en línea, al mismo tiempo que interactúan entre sí en tiempo real, aunque estén cada uno a mucha distancia (sus casas, países o continentes), en diferentes hora- rios solares. En cambio, colaborar en un foro, leer y responder un correo electrónico o ver un vídeo son tareas asíncronas porque los interlocutores las realizan en diferentes momentos: uno lee y responde un correo tiempo después de que lo escribiera su autor, y uno puede ver un vídeo años después de realizarse. Así, la segunda pregunta relevante para plantear la educación híbrida en época de la COVID-19 es: ¿qué actividades de clase deben ser síncronas y cuáles, asíncronas? Y, por extensión, ¿cuáles son las ventajas de cada una? ¿Cómo pueden com- binarse? Hay varios aspectos, no solo pedagó- gicos, que deben considerarse al respecto para poder elegir la mejor opción en cada caso. Una colega de mi universidad comentó que le había parecido “gracioso” lo de dar clase en línea desde su casa, en el horario semanal establecido. Organizaba una cita para todos sus alumnos con Blackboard Collaborate; se encontraba allí con la mayoría, conectado cada uno desde su casa con su móvil, portátil o fijo, y así daban la clase, de modo más o menos parecido a una sesión cara a cara. Al contrario, yo decidí que mis 19 clases presen- ciales de la asignatura “Redacción especializada” de este curso, en plena COVID-19, fueran todas asíncronas. Mis alumnos estaban desperdigados por todo el territorio español y confinados en su casa; no siempre tenían buenas condiciones para conectarse (equipo, acceso a la red, espacio adecuado en su casa sin perros, familiares tra- bajando o hablando, ruidos ambientales). Pensé que la asincronía sería más apropiada y cómoda, y acerté. Cada lunes por la mañana les avisaba a mis es- tudiantes, en la plataforma, del plan de trabajo semanal. Abría el bloque correspondiente de tra- bajo, con vídeos, foros, tareas, artículos, etc. Con el aviso, les explicaba lo que tenían que hacer (tema), dónde hacerlo (importante numerar cada recur- so y especificarlo), cómo (individual, pareja, etc.), hasta cuándo (fecha límite) y qué tiempo les exi- giría. Este es un punto relevante y complejo de la educación en línea: calcular el tiempo que requie- re cada tarea. El docente tiende a sobrecargar a los estudiantes y estos terminan quejándose. Por eso, es buena idea calcular la dedicación que exige cada tarea, explicitarla y sumarla al conjunto para verificar con transparencia que no se pide dema- siado, de acuerdo con el cómputo curricular. Por ejemplo, cada semana solía incluir uno o dos vídeos breves (entre 5 y 40 minutos), con expo- siciones del contenido. Los grababa la semana anterior con mi portátil, con Blackboard Kaltura que permite grabar la pantalla de la computa- 8 el educador Todos hemos perdido tiempo en reuniones síncronas, sin instrucciones, con ruidos que se colaban de algún micro, personas que entraban y salían constantemente, y pantallas y voces que se congelaban o quebraban.
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