Revista 20
21 una S 1 (Cristina Rebull), o Franz la tierna serie escrita por Christine Nöstlinger ( Franz se mete en problemas de amor, Las enfermedades de Franz ). La comedia de situaciones permite a los niños participar en un marco hermenéutico donde la inter- pretación se educa de modo progresivo: las situacio- nes y los diálogos cómicos constituyen un andamiaje clave para crecer como lectores autónomos, pues poco a poco se van involucrando solos en el diálogo con textos humorísticos y por eso se les verá sonrien- do o abiertamente estallando en carcajadas. Libros que facilitan ese andamiaje es el clásico Solomán (Ramón García Domínguez) con su antihéroe ingenuo y generoso; En el arca a las ocho (Ulrich Hub), donde Dios encarna en un pingüino; Cupido es un murciélago (María Fernanda Heredia) en la que un niño tímido superará un primer amor accidentado. En efecto, es en la escuela y gracias a la me- diación de los maestros donde se asienta un sentido cultural y crítico del humor cuyo principal puente lo constituyen los libros, en especial los álbumes, las antologías de chistes y juegos verbales y los relatos centrados en la comedia de situaciones. El hallazgo de la literatura puede ser un vehículo extraordinario para alcanzar ese afianzamiento del humor como un lugar de encuentro con las contradicciones huma- nas y la consecuente vulnerabilidad de las personas, al tiempo que permitirá consolidar una mirada más abierta y de sospecha sobre el mundo y de una de sus bisagras: el poder, o mejor, los poderes. El lenguaje literario basa su funcionamiento en la ambigüedad lingüística. Esta ambigüedad es el sustrato del lenguaje connotativo que da origen a un humor mucho más sofisticado centrado en los juegos de palabras, los chascarrillos, las exageraciones y, en general, el chiste verbal. Lograr que el niño entre en este universo literario de la metáfora, de la hipérbole, del doble sentido no es para nada fácil. Los niños en la educación primaria son “lectores literales impe- nitentes”, es decir, se centran en el nivel superficial de la historia sin sacar inferencias más complejas y por eso pierden la oportunidad de disfrutar la riqueza oculta de los textos. Sacarlos de esta limitada zona de desarrollo verbal exige la presencia de un docen- te (o un bibliotecario, o un padre) mediador de gran 1 Este libro fue ganador del Premio Norma de Litera- tura Infantil en 2015. destreza. Si no hay mediación en la comprensión lec- tora y reflexión sobre el lenguaje, un niño de 8 años no entenderá este chiste del maravilloso Toby , de Ga- briela Cabal: El novio de mi tía viene todos los días a buscarla a la casa. A veces los dos se van a caminar. A veces se quedan en la cocina. O en la puerta de la calle. A mí me gusta ver cómo la aprieta el novio a mi tía. Mucho me gusta. Después yo voy y la aprieto a la almohada. Y a la noche mi abuelo protesta. Pero el chiste verbal es apenas el primer piso de la escalera del humor. Los siguientes y más exigen- tes pasos son la ironía y la parodia . Llegar a estos es- calones superiores del humor —donde literalmente se ataca a arquetipos del poder: el profesor, el policía, la dama adinerada— implica nuevos avances en el dominio de habilidades lectoras (las inferencias, por ejemplo, o las posturas críticas argumentadas ante el texto) y formas de interacción más sofisticadas. El acceso que facilite el mediador a textos y au- tores más exigentes (Pombo, Nazoa, Ungerer, Rodari, Nöstliger, Dahl) los educará en el arte de la sospe- cha, de la risa inteligente, del dardo que hiere a quien pretenda instaurar verdades autoritarias y la serie- dad como regla de vida. El humor es una construcción cultural a la que contribuye poderosamente la interacción social.
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