Revista 20

Barataria 2019 12 la primera página de ¡Chao! , se narra el momento en que suena el timbre y Rebe- ca, al abrir la puerta, ve un ramo de flo- res que delata a la madre, quien nerviosa trata de evitar esa sonrisa que le ilumina la cara. En los si- guientes capítulos, Lygia Bojunga escribe la historia de Rebeca quien trata, por un lado, de animar a su padre borracho de tristeza, y por otra, convencer a su madre para que no los abandone. De la misma autora brasileña, Mi amigo el pintor es una historia que habla sobre la amistad de un chico de prima- ria con su vecino de arriba, un artista que le ense- ña los sentimientos en los colores y juega parqué con él, hasta que un día muere de forma inespera- da. Alrededor de su muerte se teje todo un misterio hasta que descubre, con desconcierto, que su ami- go se ha suicidado, dejando en el chico un enorme vacío y, desde luego, una confusión al tratar de en- tender por qué alguien decide acabar con su vida. Por muchos años he usado estos libros en talle- res de lectura con padres, maestros, bibliotecarios. Muchos de ellos se preguntan si en verdad son ade- cuados para lectores de 11 años, como se recomien- da en la colección. Cuando les cuestiono por qué les sorprende esta catalogación, casi de inmediato me responde sobre la pertinencia de los temas en los li- bros para niños y jóvenes. ¿Y qué es lo pertinente? ¿Cuáles son las temáticas que debieran estar en los libros para niños y jóvenes? Cuando elegimos un cuento infantil, por lo general tenemos una intención, el deseo de gene- rar un momento mágico, hermoso. Con frecuencia Libros que con/mueven Anel Pérez Martínez En elegimos temas amorosos que hagan sonreír, nos deje envueltos en un ambiente estético donde rijan la belleza, la ternura, la felicidad. Pero olvidamos que la vida —y por lo tanto la ficción— es un paquete completo, con todo tipo de emociones. Olvidamos el aprendizaje de lo mons- truoso, del horror, de la injustica. Dice Cesare Pave- se que “La literatura es la mayor defensa contra las ofensas de la vida”. Los libros que toman el riesgo de conmover rom- pen los paradigmas de la literatura condescendiente y nos obligan a sacudirnos, toda vez que los perso- najes sufren, ansían, se confunden. Pero sobre todo, nos invitan a revisar la posición desde la cual leemos y nos apropiamos de la lectura y desde donde pensa- mos a los lectores infantiles y juveniles del siglo XXI. Hacia la mitad de la novela Igual que las estre- llas de Katherine Paterson, leemos que la protago- nista, una niña llamada Ángela, sostiene una char- la telefónica con su padre que está en la cárcel. La chica quiere avisarle que se han mudado a casa de la abuela y que no sabe dónde está su madre. En el resto del texto, Patterson nos narra la historia de un par de niños sometidos a una desolada experiencia, en un relato narrado con una destreza literaria que nos encoge el corazón página por página. ¿Por qué tendrían que incluirse diálogos como este en un libro que también está recomendado para lectores de 11 años? En voz de la propia Katherine Paterson, leemos estos libros porque las historias que nos contamos y leemos contienen las emocio- nes más profundas de la vida, las vidas humanas.

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