BARATARIA 18
Desde ese entonces, editores y lectores entendieron que el valor de un libro radica en su contenido. La verdadera revolución de la LIJ en Francia comen- zó en la década de los sesenta. Las librerías vendían principalmente libros escolares o de matemáticas mo- dernas. Los preciosos libros infantiles sólo se dejaban ver durante las vacaciones o en Navidad. Había una verdadera necesidad de cambio. A partir de ese mo- mento los editores franceses se dieron a la tarea de hacer libros que los niños quisieran leer. En 1965, se publicaron los primeros tres álbumes de L’école des loisirs, que coincidieron con el primer número de la revista infantil Pomme d’api y también se fundó la bi- blioteca redonda de La Joie par les livres, totalmente dedicada a la literatura infantil y juvenil. Fue en la década de los setenta cuando editores como François Ruy Vidal y Pierre Marchand generaron colec- ciones enteras de “libros de verdad”, con temas ante- riormente destinados a los adultos. Entendieron que, si bien los niños eran los destinatarios de estos libros, no por ello podían dejar de ser verdaderas obras litera- rias; tenían que despojarse de simplismos. Es gracias a estos visionarios que autores como Marguerite Duras publicó su libro ¡Ah Ernesto! En esta obra poco cono- cida de la autora el niño protagonista cuestiona con su lógica y una libertad desbordante la enseñanza escolar. En ese momento surgieron los grandes espacios y libre- rías, que privilegiaron la venta del mercado LIJ. Poco a poco, las bibliotecas de los colegios sacaron los libros de los armarios y los pusieron al alcance de sus alum- nos, incluso de los más pequeños. Los rincones de lec- tura estimularon la producción editorial y eso permitió la aparición de autores-ilustradores como Philippe Dumas, Claude Boujon, Michel Gay, Philippe Corentin, Gregoire Solotareff, Claude Ponti, entre muchos más. En el año 1981 se creó una política de Estado que es- tableció el precio único del libro lo cual estabilizó el sec- tor editorial y aseguró el porvenir del libro. Además, las escuelas del país incorporaron la literatura contemporá- nea en el espacio escolar. Finalmente los libros estaban donde debían estar: al alcance de los lectores. Hacia nuevos conceptos De manera casi natural, cada sello fue buscando su propio nicho. Las casas editoriales se fueron especiali- zando. Los temas sociales resultaron ser la bandera de la editorial Rue du monde que publicó libros al respec- to, y muy especialmente sobre los derechos humanos y los derechos de los niños. El selectivo catálogo de Les grandes personnes del grupo Gallimard reunió artistas como Pascale Estellon, Lucie Félix, Beatrice Coron. Se trata de libros con un despliegue de tecnología y origi- nalidad. La editorial Poisson soluble desde sus inicios publicó libros poco tradicionales, algunos controversia- les y hasta perturbadores, otros por el contrario, llenos de humor. Les trois ours es una pequeña editorial pari- sina que siempre ha publicado libros de artistas y pro- puesto a manera de taller de arte un acercamiento a la literatura. En el ámbito del diseño se impuso la editorial MeMo, con dos M mayúsculas por sus creadores Yves Mestrallet y Christine Morault con proyectos novedo- sos y creativos. Thierry Magnier es un editor audaz, lo que le ha per- mitido ir un paso adelante en la LIJ. Sus libros no sólo son bellos, sino que funcionan y tienen conceptos claros. Las cuatro editoriales que dirige Actes-sud ju- nior, Rouergue, Hélium y Thierry Magnier, tienen, cada una, su propia personalidad. No quiero dejar de men- cionar a la editorial Ètre, dirigida por Christian Bruel, quien, como buen psicólogo, inquietó a los lectores y a sus padres con libros poco comunes, osados y cues- tionadores. Esta editorial cerró hace unos años, sin embargo, una docena de sus títulos fue adquirida por ediciones Thierry Magnier y todavía están disponibles. En los pasillos de la feria del libro de Bolonia donde se sitúa el sector editorial francés es común encontrar editores, autores e ilustradores presentando, apasio- nados como son, su última novedad. Ellos atienden sus stands porque han entendido que hacer libros es algo personal, y que se debe mantener el contacto con el lector en la medida de lo posible. En cada edición de esta feria los editores franceses tienen más de un premio, son una referencia en el medio y sin duda un camino a seguir. Barataria 2017 17
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