BARATARIA 18

Recuerdo la primera vez que conocí a un autor. En aquel entonces me convertí en bibliotecaria de un colegio en un pequeño pueblo de Francia. Esperábamos su llegada como si se tratara de un cantante de rock o, quizás, un personaje aún más famoso. En la biblioteca estaban todos sus libros. Maestros, alumnos y hasta padres habíamos leído por lo menos una de sus obras. El encuentro fue un éxito. Tal vez el autor no se dio cuenta, pero tras su visita dejó una estela de lectores. Esa pequeña biblioteca se había formado gracias a la generosa donación de los padres de los alumnos y del bolsillo de algunos comerciantes de la zona. Con la mo- desta suma que logramos recoger hicimos una reunión con los niños de la escuela, los más interesados. Después de varias charlas, los niños pusieron a la entrada de la escuela una caja con papelitos donde anotaron sus sugerencias: “queremos libros sobre astronautas”, “libros de aventuras”, “libros de verdad”… Empezamos a leer libros de todo tipo, desde Babar, de Jean de Brunhoff, hasta La historia de Julia: la niña que tenía sombra de niño , de Christian Bruel. Pasamos por libros como Los tres bandidos , de Tommy Ungerer; Viernes o la vida salvaje , de Mi- chel de Tournier; la triste y cruel historia de Los últimos gigantes , de François Plaçe. Desde entonces no paré de leer y estoy segura de que mis pequeños cómplices tampoco.Hoy en día soy editora. Leo de todo, todo el tiempo, pero la verdad es que no me resulta fácil encontrar buenos libros, editar buenos textos, hacer libros fantás- ticos o comprar derechos. Los libros como olas se deslizan con la historia del país al que pertenecen, maduran en la mano del lector; de allí la importancia de generar una literatura propia. La literatura infantil y juvenil francesa es una literatura madura, porque la tradición lectora en ese país lleva más de 50 años. Ya desde 1946 existían libros como El principito , de Saint- Éxupery, algunos libros de Jacques Prévert y los álbumes del Père Castor. Estos álbumes conformaron una colección de particular importancia, ya que rom- pió con los preceptos del libro como regalo. Estaban influenciados, en gran parte, por la estética de los países del Este y su factura se adaptó a la crisis que se vivía en la época de la postguerra: tapas blandas y libros engrapados, de precio accesible. 16 Libros para niños en serio Por Mónica Bergna Un hombre un día leerá. Entonces todo comenzará de nuevo. Marguerite Duras, 1985 Mónica Bergna es edi- tora de ediciones Teco- lote en México. Por su labor editorial ha reci- bido reconocimientos como el White Ravens (2006 y 2007) y la Lista de honor IBBY (2008). Asimismo, el Libro negro de los co- lores editado por ella recibió el prestigioso premio New Horizons de la feria de Bolonia en el 2007.

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